8. Cenizas Para El Viento.

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En medio de la oscuridad absoluta se escuchaba un ligero tintineo familiar. Pasos firmes y el eco entre la superficie encharcada resonaban en los oídos de la calamidad de negro, mientras este intentaba conciliar su sueño.


Habían pasado tantos meses desde que un sonido ajeno al agua había interrumpido sus pensamientos. Poco a poco ese sonido iba acrecentándose hasta que ya no pudo ignorarlo más.


Con los ojos cerrados escuchó un suspiro cargado de sarcasmo.


-Ah, así que decidiste volver a este lugar. Interesante - declaró la figura de túnicas rojas a través de las sombras.


En la cámara solitaria sólo había dos figuras apenas perceptibles para los ojos de un humano, pero completamente claras entre sí. Separados por una considerable distancia sólo un halo de luz atravesaba las tinieblas desde la superficie, iluminando una pequeña porción del suelo.


La voz del supremo de negro sonaba dañada, ronca y apagada. Más oscura que nunca.


-No tiene caso ocultarme - espetó de forma decadente y sin un solo rastro de duda.


-Ya veo... - la calamidad de rojo repuso. Hizo una pausa antes de continuar - ¿Por qué me has llamado? - hizo una ligera pausa esperando una respuesta, sin embargo, esa guarida era tan mortalmente silenciosa que podría escuchar un alfiler caer al piso.

Al no obtener respuesta, continuo - Iba a ignorar tu solicitud, pero su alteza tuvo una misión; así que mato el tiempo en lo que vuelve - bromeó Hua Cheng para mezclarse un poco y aunque no tenía la intensión de agradar, sonaba elocuente.


-Quiero pedirte algo... - la voz del fondo de las tinieblas sonaba debilitada. Antes de incluso poder continuar, una carcajada estalló.


-¿Pedirme algo? Jajaja. Debes estar bromeando. Tú me debes demasiado - declaró el rey demonio adinerado - Estoy de buen humor porque mi dios me sonríe, pero no lo suficiente para olvidarme de mis negocios...


-Está vez te pagaré todo - la voz del demonio de agua negra sonaba firme. Pronto, se escuchó el crujir de una vieja silla seguido de unos pasos pesados. El eco aumentó entre ambos y la distancia disminuyó.


Aunque a la vista de Hua Cheng no había una oscuridad absoluta, esta vez la silueta y túnicas del demonio de agua parecían borrosas. Podía percibir la fina línea de su rostro y los bordados brillantes de su túnica, pero su rostro parecía inanimado. Hua Cheng arqueó su ceja, está vez divisaba al otro más distante que nunca, más ajeno a la vida que en todos estos años. Finalmente, el otro supremo rompió los pensamientos de lluvia carmesí.


-He decidido dispersar mis cenizas - expresó la calamidad de negro casi sin nada de fuerza en esas últimas palabras.

Al escuchar esto, la ligera sonrisa de gracia y astucia del demonio rojo decayó. Arqueó su ceja en un ángulo más profundo y preguntó.


-No hablas en serio - su tono se volvió frio. Estaba por darse la vuelta cuando lo siguiente le hizo detenerse.


-Lo hago - un tintineo y un destello brillaron en la oscuridad. Hua Cheng enfocó el objeto brillante y de una cadena de plata colgaba un anillo en color índigo transparente, similar al zafiro. Si él tuviese sangre en su rostro, en ese momento se hubiese drenado.


De la mano blanca del contrario colgaban las cenizas de Agua Negra que Hunde Embarcaciones.


Hua Cheng recordaba de manera distante e imprecisa cómo ambos en el medio de una terrible embriaguez habían decidido convertir sus cenizas en un anillo transparente para ofrecer a sus amados hace varios siglos... Hua Cheng esperaba el día de poder ofrecerlo a su amado príncipe mientras He Xuan lo llevaría como una ofrenda para su difunda prometida y su familia entera...


ANTES DE QUE TE DIGA ADIÓSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora