18. El destino llama a la puerta

357 60 10
                                    

La sonrisa de hijo de puta que el dependiente de la cafetería me dedica, cuando me levanto hecho una furia y lo tomo por el cuello de la camisa, casi subiéndolo al mostrador para arrastrarlo hasta mi lado de la barra, no hace más que encabritarme y desquiciar un poco más a mi tan sensible estado emocional. Por más extraño que parezca, el idiota éste no parece estar temiendo que pueda romperlo por la mitad como si fuese una varita seca, al contrario, todo en su lenguaje corporal y en esa odiosa curva de labios me hace saber que no sólo no le doy miedo. Este cabrón se está divirtiendo a lo grande con mi reacción.

A mi alrededor, los pocos clientes que permanecen en el establecimiento se giran a vernos, puedo escuchar algunas exclamaciones ante mi violenta reacción y seguro que alguno ya estará pensando en llamar a la policía para denunciar que un jodido demente ingresó en la cafetería o, más rápido que contactar a las autoridades, seguro que alguno entre los presentes tiene en mente acercarse e intervenir para auxiliar al empleado del lugar, como si yo fuese el malo de la historia. Bueno, entérense señores, que por culpa de este maldito enano mi vida ha terminado convertida en una jodida y apestosa pila de mierda.

— Oye, ¿te importa? — me dice el idiota, con simpleza, señalando a mis manos que lo mantienen sujeto por el cuello de la camisa — No niego que sea divertido verte reaccionar así, como si yo realmente fuese el culpable de lo que te ocurre, pero incomodas a los clientes y, para ser honestos, estás comenzando a lastimarme.

— Genial, porque eso es justo lo quiero — admito y sonrío — Y para que lo sepas, claro que eres el responsable de todo lo que está pasando. Si no fuera por ti y tu jodida aparición en mi vida aquella noche en que fui al bar...

— Jamás te obligué a desear algo como esto, de hecho, te advertí de lo riesgoso que podía ser intentar cambiarlo. Fuiste tú quién deseó que su vida fuese diferente, que sus sueños se cumplieran aún a costa de cosas tan valiosas como el haberte unido a tu verdadero amor. Fuiste tú quien pidió que las elecciones que una vez tomaste cambiaran y bueno... he aquí lo que tanto deseabas.

La revelación de sus palabras me deja sin habla así que el agarre que mantengo sobre su ropa se termina aflojando y aun cuando una parte de mí se encuentra en estado de shock, todavía puedo percibir a lo lejos como el tipo éste intenta tranquilizar a la clientela. Quien sabe realmente que babosadas estará inventando, pero sea lo que sea debe funcionar pues, al cabo de unos segundos, el ambiente en el lugar regresa a la normalidad, las conversaciones fluyen de vuelta en murmullos que me llegan entrecortadamente y el peso de las miradas que antes se centraba en nosotros disminuye a la par que la carga de realidad que todo esto conlleva... me aplasta.

Porque fui yo.

Todo lo que ha pasado desde la noche en que terminé en ese bar, todo lo que he dicho, hecho e incluso pensando desde que desperté en la cama de un departamento de soltero que era justo lo que en mis sueños vislumbré alguna vez... Todo ha sido por mí, por mis deseos egoístas y mis arrebatos en momentos en que la decepción y el cansancio me cegaban, volviéndome inconsciente de todo cuanto valía la pena: la persona a mi lado que nunca me juzgó o recriminó nada y, al contrario, permaneció conmigo eligiéndome una y otra vez de la forma en que yo lo hice por él alguna vez. La familia que construimos juntos, ese hogar que aunque pequeño y sencillo, tenía todo lo necesario para hacerme sentir cálido, acompañado... completo.

— ¿Qué demonios he hecho? — me pregunto, mi voz delatando la jodidamente enorme desesperación que estoy sintiendo en estos momentos. Debo lucir patético, estando medio hinchado por la paliza que antes me dieron y ahora tumbado en un taburete, mis manos sosteniendo mi cabeza y mis ojos tan llenos de lágrimas que, en realidad, no soy del todo consciente cuando éstas comienzan a resbalar por mis mejillas.

Esta vida no es mía [Hunhan] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora