20. Una nueva clase de droga

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Quizás se deba a que mi padre nos dejó mucho antes de lo que ninguno lo habría deseado, pero fue a raíz de su partida y de mi creciente interés por una de las cosas que a él más le apasionaban, que mi madre comenzó a decir que las razones por las que una persona elige convertirse en músico, tenían poco que ver con los instrumentos y las canciones, pero mucho con la idea de alcanzar fama y fortuna, pasar las noches de cama en cama y desperdiciar su talento y juventud en lugares de entretenimiento vulgar que casi siempre incluían grandes cantidades de alcohol y sustancias ilegales cuyo consumo no hacía más que dejarte pendejo.

Para ser honestos, jamás he deseado ser tan famoso que mi rostro pueda ser reconocido hasta cuando tengo que salir de mi casa para conseguir algo de comida y no morir sólo porque fui lo suficientemente flojo como para no levantarme de la cama, aunque admito que la parte de hacerme con el dinero suficiente para siempre tener la opción de sólo levantar el teléfono y que alguien aparezca para alimentarme, bueno, no está para nada mal. Respecto a lo de ir de cama en cama, no creo que arriesgarme a contraer ETS debido a mi calentura sea algo que me agrade, lo que no quiere decir que sea un virgen o que mis habilidades en la cama sean malas.

Y reconozco que quizás si posea la vena alcohólica que me hace disfrutar demasiado de una buena cerveza, aunque más que adorar el licor por lo que es, yo diría que lo que me fascina es estar rodeado de mis amigos, una buena charla o un instante de bromas internas acompañando los tragos que estemos bebiendo. Algo de lo que sí me puedo enorgullecer y que estoy seguro que mi madre adoraría escuchar, es que en todo el tiempo que llevo metido en este mundo donde una buena parte de mis noches se va en bares, cafés o restaurantes, ni una sola vez he llegado a consumir algún tipo de droga que no sea el alcohol o el tabaco, ambos vicios siendo legales.

La razón de mi rechazo a las drogas tiene mucho que ver con que adoro demasiado la música como para meterle a mi cuerpo algo que, a la larga, me hará desearlo más que al sonido de todas esas canciones que hacen vibrar mi corazón y que en algún momento de la adicción, muy probablemente cuando ésta sea del todo incontrolable, dejaré de sentirme vivo con sólo poder sujetar una guitarra y rasgar sus cuerdas, sustituyendo esa clase de epifanía con el infierno disfrazado de cielo que los efectos embriagantes de intoxicarte producen. Otro motivo para no consumir esas cosas, es que jamás me tenté tanto como para probar ninguna.

Al menos, hasta que descubrí la única droga de la que nadie jamás me habló y que, justo como todos dicen que sucede al intoxicarte por primera vez, ha necesitado de unas pocas, pero jodidamente maravillosas ocasiones, para envolverme en el frenesí que desata el deseo. Este anhelo de más, de muchísimo más, que al igual que los cohetes despega con fuerza y un gran estruendo de la pista en que se encuentra y que según asciende, cada segundo un poco más cerca del cielo... me hace sentir tan ahogado de emoción que la idea de detenerme y volver a tierra, no sólo me resulta aburrida, sino que también lo hace parecer como un viaje de vuelta triste, doloroso e incluso mortal.

¿A qué maldita droga me he hecho adicto? Supongo que es obvio. 

Me he vuelto adicto a él, a Luhan, a ese precioso y dulce ciervo que en las pocas semanas que llevo de tratarlo, no sólo ha conseguido hacerme desearlo del mismo en que los adictos necesitan su dosis diaria de estupefacientes para sentirse estables, sino que ha venido a replantear todo lo que yo creía saber sobre la atracción, implantando en mi cerebro la idea de que habernos conocido no fue una mera casualidad, no. Lo que ocurrió la mañana en que le vi frente a la máquina de café y volvió a repetirse esa tarde en el café donde la banda tocó...

Nuestra historia sólo puede ser concebida como un acto premeditado que el destino nos tenía preparado, un hecho tan malditamente increíble y necesario, como la explosión que dio vida a todo este jodido universo. ¿Cómo sabían las estrellas que algo así debía pasar? Seguramente existen un montón de teorías y creencias que podrían venir a explicarlo, pero las razones que haya tenido el cosmos para hacer que sucediera no me importan, o al menos no tanto como la idea de que ya que está pasando, lo mejor que puedo hacer es disfrutarlo. Gozar de estar inmerso en el hechizo adictivo que Luhan ha lanzado sobre mí, aunque mi madre siempre haya dicho que las drogas hacían daño.

Esta vida no es mía [Hunhan] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora