Distancias, culpa y rabia

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Habían pasado una semana desde que Shinobu se negó a ver a Giyu. Por su parte él se había apegado a ser caso de la recomendación del anciano, pero comenzaba a llegar a su límite. No era fácil aceptar que la persona que amaba de la noche a la mañana comenzará a repudiarlo.

Kanao, fue la que habló con él después del accidente.

–Tamioka-san, lamento todo lo sucedido con mi onee-san –dijo apenada–.Ella se encuentra bien, pero aún sigue confundida –le explicó–.A pesar que ya no tenemos permitido tratarnos entre nosotras por nuestra salud mental, con Aoi-chan determinaos que sufre amnesia y de lagunas mentales.

–¿Crees qué se deba al frasco que encontré junto a ella? –preguntó.

–Puede ser, lo único que sé es que tiene el mismo componente "común" en caso de intoxicación. No he podido descifrar lo que estaba haciendo onee-san en el laboratorio. Era algo nuevo, no habló con nosotras sobre eso, de todas formas vamos a seguir investigando.

–Kanao-chan, te agradezco que cuides de ella junto con las chicas, eso me hace sentir más tranquilo –dijo agradecido–. Se que es pronto, pero aún no quiere hablar conmigo verdad.

La mariposa menor asintió.

–Todavía se siente muy confundida respecto a todo lo que tiene que ver contigo Tamioka-san–, lo miró pensativa antes de continuar hablado–.Además, ella decidió volver a vivir a la finca.

No pudo disimular su cara de sorpresa, a pesar de no ser una persona expresiva, en el fondo todavía tenía esperanza de que ella aceptara volver a vivir con él. Ahora, cómo podría recordarlo si solo se alejaba de su lado.

–Lo entiendo, voy tratar de ser paciente en la medida de lo posible–dijo volviendo a ser tan hermético como siempre y a pesar de que pudo controlar sus expresiones, por dentro se sentía dentro de una tormenta.

Después de la conversación con la hermana de su esposa había regresado a su casa, era extraño estar solo en aquel lugar, no lograba asimilar que ella no estaba. Sé sentía mortificado al pensar cuanto podía durar la amnesia de su esposa y el miedo de que nunca lo recordará.

De forma inconsciente dirigió su vista al tocador Shinobu, en el reposaba su preciado broche con forma de mariposa, con delicadeza lo tomó entre sus manos de pronto recordó la conversación que había tenido antes de que se fuera al pueblo esa mañana cuando paso el accidente.

–Nee, nee,Tamioka-san –dijo juguetona– sino dejas de mirarme le pondré veneno a tu comida–lo miró sonriente mientras lo observaba por el espejo de su tocador.

–¿Esas son palabras amables hacia tu esposo, Shinobu? –dijo con tranquilidad, acercándose hasta ella, para reposar su cabeza sobre su hombro.

–Creo que el veneno no será suficiente –replicó, apegando su mejilla a la de él.

–No lo será...

En un suave movimiento la agarró del mentón, pasaron unos segundos mirándose antes de juntar sus labios.

–Es mejor que me vaya al pueblo –dijo separándose de ella mientras se levantaba.

–¿Seguro qué no quieres te acompañe? –interrogó.

–No, debes descansar has trabajado demasiado –le recordó a la mujer de ojos violetas–. Y no debes sobre exigirte los efectos colaterales de la glicina aún no se han ido del todo.

–Al parecer siempre estás dispuesto a recordármelo, querido esposo –dijo con ironía.

–¡Es mi deber cuidarte! –respondió serio.

Ella se acercó hasta su lado y lo envolvió entre sus brazos.

–Ara, ara, Giyu-san –dijo con dulzura– prometo que no me pasará nada. Se que sufriste mucho mientras me recuperaba, pero ya pasó.

–Odio que me consueles como un niño –protesto mientras trataba de ocultar su sonrojó.

–A mi me gusta –río de buena gana.

Mientras ella reía, él se inclinó para depositar un beso sobre su frente. Ahora fue su turno de sonrojarse.

–¡Ya vete quieres! –regañó, fingiendo molestia.

Giyu le sonrió antes de salir de casa, ella fingió ignorarlo, pese a que también sonrió.

Apretó con fuerza el broche, de golpe volvió a la realidad. Cundo fue consciente de que podría romperlo lo dejo sobre el tocador.

Frunció el ceño, estaba enojado consigo mismo, debió haberle hecho caso y llevarla al pueblo y nada eso hubiera pasado.

Aquí estoy, Shinobu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora