Capítulo II

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-Skywalker -. Logré decir. Tenía que admitir que su penetrante mirada me ponía nerviosa.
-¿Cómo una chica así está al servicio del Emperador?
-Es una larga historia.
-Me encantaría oírla.

Di unos pasos para atrás ya que se estaba acercando peligrosamente a mí, hasta quedar pegada a la pared.

-En otro momento tal vez, Skywalker.
-¿Eso quiere decir que nos vamos a seguir viendo?
-¡Claro que no! -. Rugí apartando la vista de él para pensar con coherencia.
-No me importaría escaparme para verte.
-Eso no es propio de un Jedi, además de que estarías incumpliendo las normas.
-Las normas me la sudan. -. Por su ronca voz supe que lo decía enserio.

Ese hombre iba a ser mi perdición. Cada palabra que salía de su boca empezaba a ser música para mis oídos. Y sus ojos atrapaban de tal manera que me hacían prisionera de él.

-No me voy a quedar aquí charlando contigo, Skywalker. Tengo cosas más importantes que hacer.
-Deberías terminar tu misión. Para eso viniste a Tatooine.
-¿Qué?

Aquello me desarmó por completo. ¿Cómo sabía él eso?

-¿Qué pensará el Emperador si te vas de aquí sin haberme matado antes?-.Inquirió sin perder la tranquilidad. - O por lo menos llevándome contigo para entregarme.

Maldita sea tiene razón.

Debería...

-¡Qué piense lo que quiera! Tú estás teniendo una oportunidad de oro ahora mismo para acabar conmigo.
-No lo voy a hacer.
-¿Por qué?
-¿Por qué no cumples tú con esa estúpida misión?
-Eso no responde mi pregunta.
-Lo sé.
-Eres imbécil. -. Mi paciencia se estaba acabando.

Se acercó a mí hasta quedar a escasos centímetros. Mi corazón empezó a latir a un ritmo desenfrenado. Estaba segura de que él lo podía oír.

Me fijé en sus labios. Tenían pinta de ser suaves y dulces. De repente me entraron ganas de besarle hasta quedar sin aliento.

Era tan excitante.

-Eres preciosa -. Susurró.

Aquello fue la gota que colmó el vaso. Yo tenía que ser más fuerte que él. Para eso me había entrenado el Emperador, siendo así su mano derecha. Me empezó a pesar mi sable láser que tenía colgando del cinturón, recordándome que él no dejaba de ser un Rebelde.

-Skywalker.
-Llámame Luke, por favor.

Sus ojos azules me penetraban hasta el alma.

Sin saber cómo replicarle eché a correr lo más rápido pude, aunque se me acabarán las fuerzas, no pararía hasta llegar a mí nave.

No estuve un poco más tranquila hasta que puse el piloto automático y salimos de ese planeta.

-Avisa...al Emperador...que estamos...yendo para allí -. Dije entrecortadamente. Los pulmones me dolían.

El pequeño droide asintió con un sonido.

Después me relaje en aquel asiento, observando la nada, aunque si cerraba los ojos podía ver sus ojos azules. Y su voz resonando en mi mente, cual melodía pegadiza.

Cogí los mandos cuando estábamos a punto de llegar a Superdestructor Estelar.

Varios soldados se colocaron en fila en cuanto aterricé.

-Señorita, la estábamos esperando-.Dijo el Guardia Real.-Recibimos su mensaje, el Emperador está ansioso.
-Quiero que revisen la nave, tal vez me tenga que volver a ir -. Hablé haciéndole caso omiso.
-¡Ya han oído, pónganse con la nave!-.Ordenó.

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