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Sasuke estaba decidido, sus pasos se acercaban firmes al profundo bosque mientras organizaba sus pensamientos.
Y ya lo decidió, hoy era la última vez que iría al bosque en la tarde, precisamente donde se encuentra Aiko.
Pero esta vez, la enfrentaría. Debía hablarle una vez, aunque sea la última. Quizás así logre que la chica salga de sus pensamientos.
Al llegar, como en todas las tardes ahí estaba ella; observando la puesta del sol, las manos juntas sobre una rodilla. Soles prenatales de incontables tardes comenzaban a dorar su piel, sus ojos brillaron resaltando su color avellana.
Sus ojos. Sasuke quedó paralizado cuando los ojos de Aiko se encontraron con los suyos, a la lejanía y tan directos.
Ella acababa de verlo, por primera vez. Ella notó su presencia que iba de camino a donde ella. Pero cuando sus ojos se encontraron, los pasos de Sasuke instintivamente se detuvieron.
Como si fuera Medusa¹, ella, con una simple mirada lo dejó paralizado cual piedra al Uchiha, que inmóvil sólo pudo suspirar sintiendo un pesar en medio de su pecho.
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Medusa¹: En la mitología griega, Medusa era un ser femenino que convertía en piedra a aquellos que la miraban fijamente a los ojos.
