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"Hice lo correcto, hice lo correcto, hice lo correcto."
Se repetía la castaña alejándose a pasos acelerados de la dirección de Yui, aquella dama de sombrero amarillo.
Yui, quien incluso pagó por él pequeño. ¿Realmente Aiko hizo lo correcto?
Sus pasos eran largos, temblorosos e inseguros, su mirada pegada al suelo, sus brazos se azotaban a los lados de su cuerpo, un caminar bastante forzado y fuerte. Su corazón late en desenfreno.
"Hice lo correcto en dejar al niño dormido en esa casa hogar. A cargo de alguien que ni siquiera conozco...
No, después de todo allí le irá mejor que estando conmigo. No soy alguien ejemplar.
No soy nadie.
...Tal vez no cuiden de él. Pero yo tampoco lo hacía."
En plena disputa consigo misma, cuestionando su actuar. Quizá fue algo Impulsivo, quizá ahora se arrepienta.
Pero no podía darle una buena vida.
—...Por eso, sí, hice lo correcto. —Se respondió a ella misma, sus pasos poco a poco se debilitaron.
Su dolor era tal que se quedaba sin aire, no lo toleraba. ¿Acaso estaba experimentando pánico? ¿o angustia? O tal vez solo me sienta mal por estar sola.
Sus pasos frenaron, causando que el cabello de la joven caiga hacia delante, golpeando su rostro. Algunos mechones castaños se pegan a su piel por las lágrimas incontrolables.
El viento era tan feroz que arrastra consigo incluso las prendas de la Mitarashi pegándose a su silueta, sintiendo su espalda fría; un escalofrío recorrió por sus huesos, trayéndole una sensación de soledad y consigo angustia.
Una percepción que casi se describiría como desprotegida. Preguntándose, "¿En qué momento me deshice de todos?".
En una lucha constante entre ella, sus pensamientos más profundos e incluso los más intrusivos. De pronto se encontró sola en medio de la noche.
No está Sasuke, o Suigetsu, no está su hermano.
—Completamente sola denuevo.
Las palabras se escaparon de su boca en un susurro, Aiko sentía ese vacío que no experimentaba desde la llegada del pequeño dolor de cabeza.
—Tal vez su compañía me haga falta ahora. Pero, no puedo ser tan egoísta y aferrarme a él sabiendo lo idiota que puedo llegar a ser.
Y casi como ya era costumbre para ella, comenzó a hablar sola mirando hacia el cielo. De alguna u otra manera debía entenderse a sí misma, y su fiel amiga comenzaba a asomarse; la luna.
—No, definitivamente no puedo ser tan egoísta. Hice lo correcto... ¿verdad?
Las estrellas parecían guiñarle, y por alguna razón ya no sentía tanta soledad. El viento desenfrenado se calmó, justo cuando sus lágrimas se secaron casi por completo.
—Tal vez... Este fuerte viento solo quería que me alejara de él lo más rápido posible. —Pensó mirando las hojas de los árboles que apenas eran sopladas, para volver su vista a la luna.— ¿Esta era tu manera de sacar a una basura como yo de su lado..?
Su mirada café entonces pasó al cielo oscuro, más concretamente a las causantes del brillo que reflejaba en sus ojos, las estrellas.
—Despues de todo jamás estuve sola. Todas ustedes siempre estuvieron conmigo.
Aiko no recibía respuesta, pero su corazón por fin estaba tranquilo.
