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Sasuke recobró el aire, enderezando su espalda

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Sasuke recobró el aire, enderezando su espalda. El entrenamiento con Orochimaru era pesado; más de lo que hubiera imaginado, pero así debía ser.

Siempre supo que su camino no sería nada fácil.

Luchar cuerpo a cuerpo contra incontables serpientes, para salir victorioso. Era de lo que Sasuke sentía orgullo, el sólo observar la escena de serpientes derrotadas a su alrededor inevitablemente le hacían sentir poderoso.

Pero, aún no era invencible, claro está que esto recién comenzaba y él lo sabía.
Un largo camino le esperaba para estar a su altura, y ya había sido comprobado.

Aiko lo tenía en vista a la lejanía, atenta a los cansados movimientos del Uchiha que por alguna razón, no podía dejar de mirar. El entrenamiento que ella recibía era colosalmente distinto.

Se podría decir incluso vergonzoso al comparar con su compañero.

Ella debía, principalmente aprender a lanzar un simple shuriken, cosa que jamás hizo y por claras razones, no se le daba muy bien.

Mientras Orochimaru felicitaba a Sasuke, su mejor ninja y de mayor confianza; Kabuto Yakushi regañaba a la joven Aiko por no comprender cómo es la postura para que el tiro sea exacto y limpio.

Ambos llevaban horas entrenando, días seguidos sin descanso.

Caían sobre tierra, lodo, charcos de lluvia anteriores, o mismas recientes.

Caían una y otra vez, pero se levantaban con más fuerza. Sasuke tenía un motivo.

Y Aiko ahora también.
Su motivo era ayudar a Sasuke. Ser más que algo descartable que el joven podía usar y tirar cuando quiera. Ella deseaba acompañar a Sasuke en su camino, ver en lo que se convertía y que hacía, ansiaba saber sus planes y estar presente para verlos, o aún mejor ayudar a ejecutarlos. Tenía una enorme curiosidad.

Ella deseaba estar ahí. Siendo tan útil como una herramienta de la cual podía darle más que un simple uso.

Hasta romperse.

🌼


—Aiko. — Observaba Sasuke entrometiendose en medio del entrenamiento, para dirigirle una mirada filosa al Yakushi.— ¿que demonios le hiciste, para qué se supone que es este entrenamiento?

—Descuida, ella es fuerte. —Escuchó Aiko a lo lejos, volteando su mirada.—¡Aiko! Buen trabajo. —Exclamó Kabuto observado a la joven con una sonrisa.

Ella, agitada y con lágrimas secas en sus mejillas se mantenía de pie, observando sin reacción.

Bajo de ella habían puntiagudas piedras, detrás de ella toda una pasarela de mismas piedras pintadas de un rojo fresco, su sangre.
Pero no todo eran piedras dañinas. Piedras redondas, suaves aunque pesadas traía dentro de una mochila rebosante sobre sus hombros.

Y por primera vez en la vida de Aiko,
Su esfuerzo fue reconocido.

Como a un gatito vagabundo del que le dieron amor por primera vez, Aiko, con tanta atención encima se sentía mimada, protegida y aprobada.

Y eso provocó una especie de adicción, algo nuevo, algo lindo que jamás había experimentado, y le resultaba gratificante.
Quería, ansía más.

Kabuto deshizo el jutsu de ilusión, liberándola así de su infierno. Todo había comenzado como un examen mental para saber si había notado que entró a un genjutsu, pero impredeciblemente terminó como una prueba de fuerza y resistencia.

Ella deseaba más, hacer más de lo que jamás se creyó capaz, rebosar sus límites hasta la muerte si es necesario. Lo deseaba para recibir más cumplidos como aquellos.

La mirada alejada de Sasuke no era como las demás.
Aiko pudo notar, en sus ojos negros y en una apenas visible sonrisa ladina del Uchiha, que este estaba comenzando a sentir orgullo por ella.

Y Aiko sabía que podía ser más, hacer más, dar más. Mucho, mucho más.

En la Cima de la Montaña ➳ Uchiha SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora