09.

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—Aiko

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—Aiko.

La joven volteó su mirada del enorme ventanal, hacia donde escuchó que la mencionó su tía.

La adulta lucía un espléndido kimono largo, de seda fina, en color piel. Mantenía una decoración de enormes rosas bordadas intercaladas desde abajo, y un diseño al cuerpo que dejaba poco a la imaginación.

—Tu madre... fue encontrada. Está varada en la aldea de la Arena. En su viaje de "reencontrarse" gastó todo su dinero y no tiene cómo volver. —Habló seguido de un suspiro.— Aún no sabe nada respecto al fallecimiento de tu hermano. Acordamos hablar del tema tan pronto estemos todas reunidas.

La adulta reposó sentada sobre una mesada a sus espaldas, llevó una mano a su cien, masajeando la misma.

—Ella es una idiota, siempre lo fue. Me da vergüenza pensar que pertenece a mi familia. —Hablaba la dama en tono desmotivado, seguido de un suspiro— Tu madre debía de ser. De sólo pensar en su reacción ante la noticia... no, ni siquiera quiero imaginarlo. —Alzó su voz conjunto a su mirada.— De seguro a la próxima que se escape, la encontramos muerta. Al igual que a tu..-

—¿Porqué me cuentas esto? —Interrumpió la menor.— Háblame de algo más relevante.

Intentó desviar el tema, fingiendo desinterés.
En el fondo, era su manera de cesar las críticas a su madre.

—Pero es la mujer que tu padre eligió como esposa antes de su entierro, ese desgraciado. Tu padre siempre fue impulsivo y jamás pensó en sus acciones, jamás se detuvo a pensar que esa jovencita arruinaría nuestra imagen, me estresa tan sólo recordarlo. —Habló prendiendo un cigarro antes de perder la calma.— Era mi hermano mayor, pero acepto que fue un viejo sucio, que aprovechó en cuanto vio la mínima oportunidad de tener sexo con una muchacha tan jovencita, jamás le interesó saber nuestra opinión.

La menor se limitaba a observarla. Su mirada era distraída, pasaba de la adulta a las decoraciones antiguas y lujosas, colgadas en las paredes tapizadas.

—Como sea, quieras o no aceptarlo, es tu madre. —Continuó tras otro suspiro.— Aunque hubiera deseado tener a una mucama como cuñada antes que a ella.

—Ni lo menciones.

Su abuela entró en la charla, lucía un Kimono de tonos fríos; antiguo y elegante, con accesorios de perlas y oro.

Las mujeres en la sala de enormes ventanales eran altas y mantenían una postura firme, aunque femenina y elegante.

Tal y como la pequeña, aunque se podría agregar una mirada agotada.

—Esa muchacha de poca monta no merece portar el emblema Mitarashi. El niño que concederá de mi hijo es un error, de seguro una farsa.

La mirada cansada de la joven recorría de la sala a su abuela.

—Ahora que lo mencionas, madre, no me sorprendería si al nacer el desdichado niño, no tiene ningún parentesco con mi estúpido hermano mayor. Todos bien saben que ella es una vulgar.

De su abuela a su tía.

—¡Ni lo menciones! Esa desgraciada... solo arrastra consigo la miseria.

Y así, Aiko observaba, escuchando la platica de la cual su tia y abuela no tenían pena hablar delante de ella.

Hablando de su padre muerto.

Hablando de su madre fugada.

Hablando de un supuesto embarazo y anteriormente, su hermano fallecido.

Hablando mal de todos ellos.

Aiko odiaba eso. Lo odiaba con todo su ser.

Pero lo que más odiaba era a su madre.
Y no porque fuera una desgraciada, prostituta ni nada de lo que su familia mencionan. Simplemente porque su madre fue una cobarde, que escapó de todo, de sus hijos, y de las responsabilidades que incluyen enredarse con alguien de la realeza.

Escapó, y sin ellos.

La entendía, es horrible vivir con lobos que te acechan constantemente, hizo lo que cualquier persona cobarde haría, huir.

¿Quizás, una manera de proteger a su supuesto embarazo..? Realmente Aiko dudaba que su madre esté embarazada.

¿Pero... que madre dejaría a sus dos hijos con los lobos?, ¿con qué fin?, ¿o es que acaso no le importa?

O quizás, esta es la consecuencia. Su castigo ante la mentira de aquella noche, disfrazó el cuerpo colgante de una soga al cuello, con las palabras:

"durante una misión, mi hermano mayor cayó en una trampa en tierras enemigas.

Su cuerpo no fue hallado".

Sólo personas tan desinteresadas como eran sus tía y abuela podrían creerle sin pruebas ni registros que justifiquen sus palabras. Aiko podía asegurar que, de ser su hermano alguien con amigos, todos notarían tal engaño.

En verdad, ella lo entendía.

El porqué su madre escapa, el porqué quiere que su bebé nazca en otra aldea si es que así fuese, alejados de su supuesta familia.
El porqué su hermano mayor se quitó la vida.

Nadie podría sentirse bien en esa casa, con este ambiente, con ellas.

Aiko los entendía, a todos.
Pero nadie la entendía a ella.

En un mundo acompañada, en donde se sentía sola e incomprendida, en un día hermoso de un clima soleado, soportando todo un caos interno del que no podía descansar ni por las noches. Aiko, en medio de su paraíso lujoso, lleno de riquezas más incomprensión, se preguntó:

¿Porqué todos los que quiero me dejan?

En la Cima de la Montaña ➳ Uchiha SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora