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Observando el cielo, Sasuke descansaba recostado sobre las raíces sobresalientes de un árbol viejo

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Observando el cielo, Sasuke descansaba recostado sobre las raíces sobresalientes de un árbol viejo.

El ronquido de su acompañante le irritaba aún cuando ya había tapado su boca con hojas que caían.

Las estrellas brillaban más que nunca, y el ambiente era mucho más que calmado. Con Suigetsu durmiendo él quedó en guardia, y podría decir que disfrutaba de ello.

Pero de su mente parecía ser dueña una mujer, Aiko. Imaginaba tenerla a su lado ahora, aunque ese pensamiento rápidamente fue borrado al apretar sus ojos en un ceño fruncido.

Durante la mitad del camino dejó de verla.
Tal vez aprovechó el bullicio de gente y pensó en irse con su hermano, después de todo es una ingrata traidora.

O tal vez se perdió y necesite ayuda.

Pero no, imposible que Aiko esté perdida. Puede ser una ingrata, pero jamás una idiota.
No mucho.

Como sea, para Sasuke estos pensamientos le resultaban molestos. La realidad es que, ¿A quién le importa Aiko? De hecho para él incluso podría ser lo mejor que se haya ido. Esa chica desde niño lo único que hace es distraerlo de su verdadero objetivo.

Incluso si ella ahora estuviera retorciéndose.
Sangrando.
Y unos tipejos estén aprovechándose de que estaba sola con un mocoso débil.

Que ahora mismo le estén extorsionando.
Robando.
Secuestrando.
Sacándole información los de Konoha, torturándola...

Entre tantas imágenes Sasuke se levantó casi de un salto. Su cuerpo reaccionó antes que él y en un parpadeo estaba retrocediendo entre árboles por el mismo sendero que tomaron.

Por alguna razón, se sintió como de niño, cuando sin querer se topaba con ella todas las noches.

Y aún siquiera saber su nombre, Aiko se obsesionó con Sasuke como todas lo hacían, y lo persiguió por todos lados como una mosca a un dulce —O así lo recordaba Sasuke.—

Al volver por el mismo camino poco tardó en encontrarla, y no podía haber tanta coincidencia.

Ella estaba de perfil para cuando él la encontró, sentada en una pequeña montaña de tierra rodeada de árboles, más su mirada solo se centraba en el cielo nocturno.

El palpitar de su corazón se volvió acelerado, de pronto se sentía como hace años atrás recordaba; cuando la conoció por primera vez y sus pantalones eran cortos.

Como extrañaba esos pantalones...

Pero más extrañaba esto. Esta sensación, este escenario.

Y —aunque le cueste aceptar— esta chica.

Los ojos de ella rodaron hacia él y se clavaron; tan filosos que casi podrían cortar.

Esa mirada. Tan tranquila, rozando lo triste. O tal vez, sea triste rozando lo tranquilo. Podía darse cuenta que acababa de llorar hace no mucho, sus párpados hinchados le delataba.

En la Cima de la Montaña ➳ Uchiha SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora