Capítulo 02

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ㅤSentándome sobre la bien tendida cama de dos plazas, observé a mi alrededor con aire ausente. Jeongin había terminado su tour sin volver a mencionar al chico de la fedora, tampoco me atreví a preguntar más sobre él. Mi curiosidad —además de mi boca floja— siempre había sido el detonante de mis problemas y como debía mantener este puesto de trabajo al menos por un tiempo prefería evitarme esos. La tediosa vida de profesor de secundaria no era algo que quisiera experimentar realmente, había hablado con muchas personas amantes de esa profesión y al parecer simplemente, yo no daba el talle para ella. Por lo que al menos debía intentar mantenerme al margen de los problemas, solo debía quedarme el tiempo suficiente para poder agregar el nombre de la secundaria a mi currículum.

Debia ser fácil. Aquí no tenía ningun tipo de tentación que me desviara de mi objetivo.

Ya estaba instalado y había hablado con el director Mark, lo único que me faltaba era levantar el horario en que impartiría clases

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Ya estaba instalado y había hablado con el director Mark, lo único que me faltaba era levantar el horario en que impartiría clases. Seguramente la administración quedaba en el mismo lugar que siempre, eso esperaba al menos. Jeongin había querido acompañarme pero en vez de eso lo envié a clases, esperando que el chico pudiera al menos asistir a las últimas lecciones de la tarde.

Pasando las manos por mi rostro, me puse de pie y caminé hasta la puerta. Lo mejor era que levantara esos horarios lo antes posible para que no tuviese que estar corriendo de un lado a otro en la mañana. Los pasillos del edificio de profesores estaban totalmente vacíos, seguramente la mayoría aún estaban dando lecciones ya que el horario no había terminado aún. Mis pasos me dirigieron directamente a la puerta que daba al jardín, el atardecer estaba despuntando en el horizonte y sabía que se podia apreciar perfectamente desde el patio del instituto.

Mi cuerpo entero se estremeció cuando di un paso hacia el exterior, no me habia dado cuenta de que hacia tanto frío pero tampoco tenia ganas de volver por una chaqueta, ya que para ello tendría que revolver mis maletas. El brillo dorado del sol pintaba con su suave pincel toda la vegetación cercana, haciendo brillar los rosales y azucenas que decoraban el predio. Había arboles de manzanos, naranjas y duraznos que rodeaban el jardín, pero las flores eran las que tenían el lugar central.

Escuchando el chasquido de mis zapatos sobre el camino de piedra que cruzaba el lugar, observé con fascinación como el sol desaparecía en el horizonte. El lugar estaba libre de estudiantes, supuse que el frío los habia espantado. Me encantaba la tranquilidad que se podía respirar, los colores se mezclaban frente a mis ojos como en una pintura de pinceladas perfectas. Siempre había tenido una visión de todo bastante alegre pero el tiempo había hecho que muchas cosas perdieran su brillo a mi vista, la naturaleza era la única que no me defraudaba.

Mis dedos rozaron un bonita rosa roja mientra pasaba, mi índice se entretuvo delineando el borde de los delicados petalos. La suavidad y la ternura de la textura obligó a mis pies a detenerse y no pude evitar inclinarme para recibir el dulce aroma de la misma. Cerré mis ojos, disfrutando de la sensación. Me sentía bien en momentos como esos, el perfume y el cálido resplandor de los últimos rayos del sol golpeando mi rostro hacian que me sintiera vivo despues de mucho tiempo. Volvía a ser ese chico que se emocionaba por todo y le veía el lado bueno a cualquier situación, dejando atrás al adulto amargado en el que me había convertido. Era solo la naturaleza y yo.

El característico sonido de una cámara fotográfica logró que abriera los ojos, levantando la mirada hacia el lente que, sorprendentemente, estaba enfocado en mí. El sonido volvió a repetirse por segunda vez cuando miré confundido al chico que sostenía el aparato. Cabellos rosados se movieron con el viento bajo la fedora azul marino mientras la camara bajaba lentamente, exponiendo unos grandes ojos cafés que me miraron con temor. Los largos dedos bailaron nerviosamente sobre el aparato, como si el chico esperara alguna reacción de mi parte.

—¿Qué haces aquí?

Era una pregunta estúpida ya que estabamos en un internado y, obviamente, él vivia aquí. Pero al recordar lo que Jeongin me habia dicho sobre su enfermedad, inmediatamente asocié que estaría dentro de su habitación y no exponiéndose al duro frío de la tarde.

Los brillantes ojos me abandonaron cuando el chico miró hacia el horizonte antes de volver, su mano hizo una seña casual hacia la cámara. No entendía porque no hablaba pero supuse que su tapaboca no permitia que su voz saliera con perfección, tenia sentido que prefiriera comunicase con sus manos. La tela cubriendo su boca llamó bastante mi atención, no por lo que era, si no porque tenía un dibujo parecido a un graffiti al frente. Dos letras se destacaban entre los brillantes colores: H.H.

—Deberías volver a tu habitación. —sugerí.

Sus cejas se fruncieron un segundo antes de que negara con la cabeza. Sus manos abandonaron la cámara que quedó colgada de su cuello gracias a una oscura correa antes de que comenzara a mover sus manos hacia mi.

"Mi compañero no me deja entrar" gesticuló en lengua de señas.

Eso me confundió aún más, no el hecho de que su compañero no lo dejara entrar si no que él que supiera como hablar con sus manos me pareció sorprendente. Yo personalmente había aprendido el lenguaje gracias a mi abuela, ella había perdido la audición a una edad muy temprana y me enseñó a comunicarme con ella. Por lo que podía entenderle perfectamente.

—¿Por qué no te deja entrar? —interrogué, dejando a un lado mis preguntas sobre él.

Se mostró sorprendido por un segundo antes de que sus ojos brillaran con emoción. Sus manos volvieron a moverse.

"Chica"

—¿Tiene una chica allí? —asintió. Me rasqué la barbilla, pensativo—. Estoy muy seguro de que eso rompe varias reglas.

Asintió un momento antes de encogerse de hombros y volver a aferrarse a su cámara, su mirada bajando a sus pies.

—¿Por qué no hablas? —la pregunta se me escapó antes de que pudiera detenerla.

Su cabeza subió de golpe, mirandome por unos segundos antes de que sus hombros volvieran a subir.

"Ellos no me entendían" hizo un gesto hacia el edificio escolar. "Aprendí a hablar con mis manos pero ellos no me quieren".

—¿No te entendían? —pregunté—. ¿Por el cubrebocas?

Asintió antes de mover la cabeza hacia los lados, como si no fuera eso exactamente.

"Mi voz, es muy baja" explicó.

—Ya veo. —dije.

Su cabeza se inclinó hacia un lado mientras me observaba, una de sus manos subió a apartar un par de cabellos de sus ojos y supe que estaba sonriendo detrás de la tela. No entendía como lo sabía pero estaba seguro de que estaba sonriendo.

"Tu sí me entiendes" dijo de repente. "¿Quién eres?"

—Mi nombre es Bang Chan. —me presenté—. Soy el nuevo profesor de arte.

"Soy Hyunjin"

Moví la cabeza en comprensión. El frío me golpeo más fuerte aún logrando que la piel de gallina explotara en mis brazos. Observando su tapado, supuse que el chico no sentía demasiado frío pero de todas maneras, temía que tuviera una crisis o algo.

—Hace frío aquí, Hyunjin —apunté—. Deberías entrar, podrías enfermarte.

Su cabeza volvió a inclinarse y me miró como un cachorrito curioso. Como si yo le diera curiosidad. No sostuvo mi mirada por mucho tiempo antes de que asintiera, dando un paso adelante hacia la entrada del ala de habitaciones de estudiantes.

"Gracias por hablar conmigo, Bang Chan" gesticuló antes de apresurar sus pasos hacia la puerta.

Observé su delgada figura desaparecer en la puerta sin mover un musculo. Sonreí suavemente antes de volver a mi camino, tal vez las cosas no serían tan malas despues de todo. 

𝗜𝗻𝘁𝗼𝗰𝗮𝗯𝗹𝗲 | 𝑪𝑱 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora