❛𝙎𝙤 𝙩𝙚𝙣𝙙𝙚𝙧𝙡𝙮 𝙖𝙣𝙙 𝙚𝙣𝙙𝙡𝙚𝙨𝙨𝙡𝙮❜ ─「ⱽᵃⁿⁱᵗᵃˢ ⁿᵒ ᶜᵃʳᵗᵉ | ⱽᵃⁿᵒᵉ 」

05; Foreplay

⚫En donde Vanitas se embriaga, y no recuerda cómo término en la casa y cama de Noé ⚫

⚠ AU de universitarios, no tiene nada que ver con el anime.

⚠ Un poco subido de tono. 

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Cada cosa relacionada con el demoníaco alcohol, lo había llevado a ese momento, completo caos y estropicio.

—Mierda —la voz del azabache, matizada por los jadeos, tanto, que tenía que morderse los labios para negarlos al desconocido.

Sí, desconocido.

Sea como fuere que llegará a esa situación, sólo recordaba fragmentos vagos del cómo llegó a esa desordenada cama, porque su mente estaba hecha borrones y manchas difusas, pero estaba recuperando penurias de lucidez.

En estos momentos estaba totalmente desnudo, no sabía en qué lugar estaba hacinada su ropa.

Horas antes estaba en una fiesta, junto con los tres chiflados que tenía como mejores amigos, bebiendo y bailando, conociendo al delicioso estudiante de… algo relacionado con literatura.

No podía recordar el nombre de la carrera que estudiaba ese chico, ni siquiera podía recordar con precisión su nombre.

—¿Co-cómo te llamabas? —titubeó.

El delicioso hormigueo en su cuello desnudo, fue detenido cuando ese moreno de cabello reacio a la melanina, dejó de esparcir besos por la blancura etérea.

—En otra ocasión no te lo diría, porque me sentiría ofendido ya que, yo si me tome la molestia de recordar el tuyo —su voz apenas fue un susurro, peligrosamente cerca de su oído—. Pero necesitas algo que gemir mientras te doy la mejor cogida de tu vida —aliento caliente que chocaba contra su oído—. Noé, ésas tres letras son las que gritarás, durante todaa la noche.

Tenía que reconocer que Noé posee un maravilloso don para hacerle temblar sólo con su voz, deliciosamente ronca.

Y esas manos rebosaban de una pericia prohibida, porque tenían una habilidad agraciada para magrear sobre su cuerpo, incendiando de forma impensable la nieve acumulada en su piel y causando que a cada una de sus moléculas les provocará entrar en combustión.

Los dedos del moreno eran vagabundos, que paseaban por todo el pecho níveo, deteniendo su paulatino recorrido cerca de las pequeñas protuberancias, trazando círculos tortuosos en el mismo lugar, sobre de las rosadas aureolas. Se envolvieron alrededor de los pezones, maltratando y pellizcando sin mucho cuidado, hasta hacer perder los estribos al pequeño azabache.

Pero los dedos no tardaron en ser sustituidos por la boca, cuando esas viandantes manos fueron a parar al blanquecino desierto de sus caderas, dejando abandonadas bruscas caricias a los costados, que precedían a la desastrosa ráfaga de movimiento. 

Para Vanitas, todo dio un radical giro de ciento ochenta grados, su cara sonrojada había quedado enterrada contra las desordenadas sábanas, sus rodillas y palmas apoyadas en la cama, con la cadera alzada, dando una vista humillante.

Noé había colocado esas manos en sus caderas, para darle una desconcertante vuelta, no podía tolerar tan humillante posición.

Estaba borracho, pero ya no tan inconsciente;

—¿Quién te crees para colocarme de está forma? —se quejó pero por su protesta, la blandura de su cuerpo fue palmeada fuertemente por el moreno.

Noé mordió su labio inferior reprimiendo un amago de sonrisa ufana, le parecía realmente exquisito el temblar de la carne debajo de su palma, cuando la retiró pudo mirar la silueta roja de su mano en la blancura de esa nalga. Vanitas por otro lado, podía estar medio perdido por todo el alcohol en su sangré, pero su boca naturalmente siempre estaba preparada para quejarse y despedir torrentes de veneno.