Capítulo 38

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Juliana besaba con pasión cada centímetro de la piel de la castaña, sus senos y sus pezones los besaba, chupaba a su antojo, recorrió todo su abdomen, su vientre, tomó una de sus piernas, beso y chupo sus muslos, la castaña gemia por el placer que le estaba entregando la morena en esos momentos, aunque realmente cierta parte de su cuerpo necesitaba de sus besos sabía que la morena era algo más paciente y quería hacerle sentir un placer único. Cuando llego a su intimidad la morena sin avisar succionó el clitoris de la castaña, esta soltó un gemido que parecía un grito, la morena siguió chupando y lamiendo su clitoris hasta bajar a su entrada, introdujo su lengua, la metía y sacaba varias veces hasta hacerla venir, sin dejarla descansar metió dos dedos y la penetro mientras su lengua jugaba con su clitoris, la castaña gemia y se retorcía de placer una de sus manos tomaba las sábanas con fuerza mientras que con la otra tomaba la cabeza de la morena haciendo más fricción.

-¡¡Dios, Juls....ah-ah-ah-ah! —gemia la castaña —¡Más rápido! —la morena muy obediente lo hizo más rápido —¡Si, así...ah-ah-ah! —la morena no dejaba de chuparla y penetrarla con los dedos, cada vez lo hacía más rápido logrando que la castaña perdiera el control, arqueo su espalda, la hizo venirse una vez, dos veces y tres veces, la morena esa noche no tuvo piedad con ella, al hacerla venir por cuarta vez, la morena rápidamente se coloco encima de ella y junto sus centros, hizo fricción en ellos, se movía frenéticamente sobre la castaña, esta se aferraba a su espalda y la rasguño, la morena tenía su cara metida en el cuello de la castaña, la cama se movía a la par de sus movimientos, los tres últimos movimientos las dos explotaron de placer junto con un fuerte gemido por parte de las dos enamoradas.

Esa era la cuarta noche en ese hotel y era también la cuarta noche de hacer el amor, ninguna de las dos se cansaba de eso, ninguna se cansaba de besar y acariciar el cuerpo de la otra aunque se lo sepan de memoria, y nunca iban a dejar de maravillarse por el cuerpo de la otra

—Hoy si te pasaste, Juls —le dijo la castaña recostada y mirándola.

—¿Te gustó? —le preguntó.

—Me encantó —le contestó ella con una sonrisa.

—Ayer vi en una tienda cerca de aquí, se veía que tenían unos juguetes muy entretenidos —le dijo con una sonrisa coqueta.

—¿Ah, si? —elevo una ceja.

—Podríamos comprar unos cuantos ¿que piensas? —le preguntó, la castaña se mordió el labio, eso era claramente una afirmación.

Y así fue, después de visitar el parque se fueron directo a la tienda y compraron alguno que otro juguete que les sirvió para las noches que vendrían, unas noches largas y agotadoras, pero placenteras.

* * *

Fueron las penúltima en subir a la avioneta y volver a la realidad, pero nadie les borraría la hermosa experiencia en el parque y menos las noches en ese hotel.

Los únicos que sabían de su regreso eran Lorenzo, Jaime y Dani, quienes los esperaban en la pista de aterrizaje.

—¿Qué tanto traen que pesa tanto? —reclamo Lorenzo al tomar unas de las maletas, Dani y Jaime ayudan con otras.

—Algunos recuerdos —le contestó la castaña que miró con picardia a la morena.

—Gracias por ayudar —les dijo la morena.

—No es nada, prima —le dijo Jaime —¿Iras a ver a la tía?

—Si, iré más tarde. Vamos a desempacar, luego descansar un poco y la iremos a visitar —le contestó Juliana.

Chica de Ciudad [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora