Capitulo 9

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Fue una tarde lluviosa y muy triste para la familia Carvajal, perder a un esposo era terrible, pero era aún peor perder a un padre, para Valentina su padre lo era todo, mientras veía como el ataúd estaba descendiendo lentamente bajo tierra, la castaña recordaba sus bellos momentos con él, cuando le enseñó andar en bicicleta, cuando se enfermaba y la cuidaba, cuando le regalo su primera yegua cuando tenía 12 años. Sus lágrimas caían al darse cuenta que ya no lo tendría más a su lado, habían planeado viajes juntos, planes que esa lluviosa tarde se habían cancelado.

La castaña y su familia se acercaron a la tumba, cada uno lanzó una flor sobre el ataúd, la última fue la castaña, con los ojos cristalizados beso su rosa y la lanzó, luego vio como el ataúd era cubierto por la tierra.

En la hacienda todos tenían sus miradas tristes, empleados, amigos y familia, fue un hombre muy querido por todos. La castaña sentada en una silla veía como los asistentes al funeral hablaban, ella oía y solo oía que hablaban bien de su padre, su madre hablaba con su abuela y su tío, por la ventana noto que ya no caía lluvia y decidió salir un rato. Tomo su abrigo y sin que la vieran salió por la puerta de la cocina y camino con cuidado para no pisar los charcos que había dejado la lluvia, llegó hasta las caballerizas y camino hasta donde su caballo, era una yegua blanca de dos años, el cabello y su cola eran negras, y las puntas de su cuatro patas también, parecían que tuviera zapatos, el equino movió la cabeza al ver a la castaña. Abrió la puerta, entró y comenzó acariciar su alargado rostro con suavidad.

-Hola, Nieves— le decía Valentina con una sonrisa nostálgica— Papá ya no esta con nosotros— abrazo el cuello de la yegua.

-¿Val? — esa voz hizo reaccionar a la castaña, se separo de su yegua y la miró—¿Qué haces aquí? Deberías estar en tu casa— le decía, la castaña la miró y no pudo aguantar más y soltó en llanto, corrió hacia donde la morena y la abrazo, que fue correspondido por la morena, el abrazo que le daba era lo que necesitaba en ese momento la castaña, el consuelo por parte de la persona que más amaba.

Estuvieron un largo rato abrazadas, hasta que la castaña ya estaba algo mejor.

—¿Estas mejor? — le pregunto Juliana mientras aun seguían abrazadas, la castaña asintió y se separo lentamente de ella, acaricio su rostro y aprovecho de secar las lágrimas de su mejilla, la morena noto que estaban muy cerca y que la castaña no dejaba de mirar sus labios, se fue acercando a la morena— Val...— la castaña la miro confundida—... Yo...no deberíamos— le dijo— Deben de estar esperando en tu casa.

—Estaban todos hablando de papa, no creo que me extrañen unos minutos— le dijo, se iba acercar de nuevo pero la morena no la dejo— ¿Qué?

—Val... Yo tengo que... — la morena quería decirle que ya no podían estar de esa manera, que estaba mal, pero si lo hacía iba a dañar aún más a la castaña y no quería ver esos ojos azules rojos como los tenía en ese momento.

—¿Tu que, Juls? — preguntó la castaña.

—Yo... — pero no pudo, no podía, no ahora, tomo las mejillas de la castaña con suavidad y la atrajo a sus labios besándola tiernamente, la castaña sonrió al sentir sus labios.

—Te amo, Juls— le confesó la castaña, estaban unos centímetros separadas, los ojos de la castaña brillaban.

—Yo...también te amo, Val— eso hizo que el corazón de la castaña comenzará a latir más rápido, sonrió, se acercó para darle un corto beso y se abrazaron.

Si, la morena amaba a la castaña con todo su ser, pero sentía que era la persona correcta en el momento equivocado.

* * *

Chica de Ciudad [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora