Capítulo 4

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Jimin, miró su nuevo hogar, su nuevo lugar, todo estaba completamente silencioso, sin nada en la paredes, todo tan pulcramente limpio.

Se sentía deprimido, cansado, pero también se sentía bien a medias, ya que al fin tuvo el coraje de salir de ese lugar al cual llamaba " casa de amor y felicidad".

Que equivocado estuvo, a veces se pregunta: ¿cómo pude ser tan estúpido? Todas las indicaciones estaban ahí, las llegadas tardes del trabajo, las llamadas raras en medio de la noche, los viajes largos que duraban semanas.

Él no vio eso.

Él siempre confío en su marido.

Nunca pensó que esto pasaría, no a él. Él que era tan amoroso, tan cariñoso y espontáneo con Jaebum. Siempre le demostró quien era, nunca se oculto.

Si, había veces que lo exasperaba pero no era tan grabes, algunas veces solo le decía: ¿Porqué no te calmas un poco? O ¿Estás actuando raro otra vez?.

Ahora que lo pensaba sonaba estúpido. ¿Cómo no lo vio antes? ¿Estaba tan enamorado?¿tan ciego?. Todo estaba en la punta de su nariz pero él pensó que todo estaba bien. Cuando en realidad nada estaba bien.

Jimin, sale de sus pensamientos al sentir su celular sonar. Se dirige a el y ve que es de nuevo Jaebum, ya van tres días desde que le dejó esa nota y se fue. Sus disque amigos lo han estado llamado y mandado mensajes también pero él ignora todos y cada uno de ellos. Más tarde irá a cambiar su número.

El abogado que está dirigiendo su divorcio ya le notificó que, bien temprano en la mañana  después de que se vaya, le dejó la solicitud del divorcio.

No sabe como está Jaebum, y tampoco quiere saberlo, ya no más, sólo quiere ser libre, y que Jaebum haga con su vida lo que quiera y con quien quiera.

Jimin, no quiere un amor a medias, él quiere un amor completo, entregado y verdadero. Pero ahora desconfía hasta de su propia sombra. Tal vez más adelante, se dice.

Suspirando. Apaga su celular, cuando estaba de ida a darse un baño, tocan la puerta de su departamento.

Frunciendo el ceño, va a paso lento preguntándose: ¿No creo que Jaebum me haya encontrado tan rápido? Con un miedo terrible va a la puerta y se queda ahí parado, traga aire varias veces hasta armase de valor.

Entonces abre la puerta, y en vez de encontrarse con el hombre que ha estado viviendo con él por más de once años. Se encuentra con un hombre totalmente opuesto a su exmarido. Este hombre tiene tatuajes en uno de sus brazos, un  piercing en la ceja, uno en sus hermoso labios que le están sonriendo, y varias argollas en sus orejas.

Este hombre es terriblemente guapo, y eso que guapo le queda corto.

—Hola, nuevo vecino. — dice mientras sigue sonriendo, tiene una sonrisa tan deslumbrante y linda. Hace que parezca un lindo conejitos cuando sonríe. Es tierno.

Jimin que perdió la noción del tiempo escaneandolo sin discreción. Sin darse cuenta que está poniendo nervioso a su vecino. Hasta que este rompe el silencio.

—Vine a darte la bienvenida y también a darte esto. — Jimin reacciona y mira lo que lleva en la manos, son mochis, sus favoritos.

Jimin extiende la mano, y agarra los pastelitos.

—Muchas gracias...

—Oh disculpa, soy Jeon Jungkook y vivo al frente tuyo.— dice mientras señala la puerta que está al otro lado de su cuarto.

—Park Jimin. —Dice mientras levanta su mano y la estrecha con Jungkook. — Muchas gracias por esto, no deviste molestarte.

—No es molestia  al fin y al cabo seremos vecino ¿no? Hay que llevarnos bien. —Vuele a mostrar esos bellos dientes de conejo que tiene.— Bueno te dejó estó que los disfrutes.

—Claro que lo haré, son mis favoritos después de todo.— Jimin dice mientras le sonríe, tan brillantemente. Hace tiempo que no sonreía así. Tan naturalmente.

— Vaya, entonces me alegra haber acertado en el regalo y no haberme equivocado.— Confiesa mientra pone su mano detrás de su cabeza.—Bueno, adiós Señor Park, ya nos veremos.

Enuncia, mientras le regala otra sonrisa.

—Adiós Señor Jeon, cuídese.

Jimin, entra a su departamento, se apoyó en la pared mientras ve los pastelitos que le regalaron. No se da cuenta de que sigue sonriendo a la nada.

No se dio cuenta como de pasar a la tristeza y apagarse, volvió a brillar tan sólo un instante.

Su sonrisa se le borra, pero eso no le impide probar los mochi, sabe tan delicioso como la primera vez que los saboreo.

Decide guardar los demás y espera poder encontrarse con su vecino nuevamente. No sabe porque. Pero quiere ver esa sonrisa otra vez.

Guarda los demás pastelitos y se va tomar una ducha para relajar sus tensiones musculares.

Sin mirar atrás, solo sigue adelante, y borra el recuerdo que quiso aparecer en su mente. Lo empuja al fondo mientras piensa en los tatuajes de su vecino.

Y ya sabe lo que quiere hacer más adelante.

Amarga RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora