Había días en que Jimin miraba hacia atrás y veía a su yo más ingenuo, al que todos engañaron. Al que mentían mirándole a los ojos, con sonrisas falsas y promesas vacías. Al que ilusionaron con esperanzas y sueños que nunca se cumplieron. Al que hirieron con palabras y acciones que dejaron cicatrices profundas.
Se veía reflejado en todas esas memorias, como alguien que se podía humillar y quitar toda la dignidad que quisieran. Se veía débil, vulnerable y expuesto.
Pero ahora ya no es ese hombre ingenuo que tenía una venda en los ojos. Ahora veía la realidad con claridad, y sabía que nunca más permitiría que alguien lo lastimara de esa manera.
De Jaebum aprendió que te pueden traicionar hasta dándote un beso o dándote unas palabras bonitas. A veces él quisiera que todos estén en su lugar para que sepan cómo se sintió. Como dolió. Ni siquiera tenían mala comunicación, le contaba todo, absolutamente todo, pero eso no sirvió de nada, ya que Jaebeom no le contaba nada a él.
En fin, ya lloró, grito, y sufrió. Ahora le toca ser egoísta y pensar más en si mismo. Más en su vida, su cuidado, su felicidad.
Es por eso que se encontraba pensando en la propuesta que Jeon le propuso.
—¿Qué dices? Solo será una semana—la alegría en él era tan contagiosa que casi hizo reír a Jimin—, estaremos rodeados de vegetación. Eso te hará entrar en calma.
—Claro, me encantaría. —la sonrisa que le regalo fue sincera y las palabras también— Pero, en este momento no puedo. —vio como Jeon hacia un puchero, le pareció adorable—Tengo que terminar los trámites del divorcio.
—Ah, claro me había olvidado de eso. —Jungkook se reclino en el asiento —Pensé que ya eras un hombre soltero, han pasado cinco meses.
—Iba hacerlo la semana que pasó. —Jimin apartó el vaso con jugo de naranja y se apoyó mejor en la mesa— Pero Jaebum no quiere firmar el divorcio. —suspiro con cansancio.
Desde hace tiempo, Jimin no había vuelto a ver a Jaebeom desde ese día que todo fue expuesto, y no tenía idea de cómo estaba o que había sido de él. Su abogado había sido el encargado de ir en busca de Jaebeom para que firmara los papeles del divorcio, pero este se negaba obstinadamente.
Jimin no quería ir a juicio, no quería revolver el pasado y enfrentarse a la dolorosa realidad de su fracasado matrimonio. Sin embargo, Jaebeom no le estaba dando opción. Él quería que todo terminara con tranquilidad, estaba dispuesto a dejar pasar las deudas de Jaebeom había abierto a su nombre, a renunciar a todo, con tal de que lo dejará libre de una vez por todas. Pero Jaebeom se aferraba a su odio y su rencor, y no estaba dispuesto a dejarlo ir.
La situación era desesperante, y Jimin se sentía atrapado en una pesadilla de la que no podía despertar. El juicio se acercaba, y él no sabía que hacer. La sola idea de enfrentarse a Jaebeom en un tribunal, de revivir todos los recuerdos dolorosos y las heridas del pasado, lo llenaba de ansiedad y terror.
—Ya lo hará. —comentó Jeon dándole apoyo. Sabía que el proceso estaba siendo largo por culpa del imbécil.
—Sí, mi abogado me dijo que tardará, pero lo lograremos. —trató de darse ánimos, aun cuando veía su libertad lejos.
—Te deseo lo mejor, Jimin.—volvió a suspirar.
La gran mano de Jeon fue a parar encima de las pequeñas manos de Jimin. El contraste era notable: las manos de Jungkook eran grandes y venosas, con venas prominentes que se marcaban bajo la piel. En cambio, las de Jimin eran regordetas y pequeñas, con dedos delicados que parecían frágiles en comparación.
No obstante, a Jimin le encantaba esa diferencia. Le gustaba la sensación de seguridad y protección que le daba la gran mano de Jungkook cubriendo las suyas.

ESTÁS LEYENDO
Amarga Realidad
FanficCuando estás en una burbuja llena de amor y todo es de colores brillantes, una ilusión y sueño de gran amor. Pero todo eso se derrumba en un instante cuando descubres el engaño, que fue. El engaño con el que terminó muriendo el cuerpo, corazón y alm...