Epílogo

3K 258 12
                                    

Un niño se encontraba corriendo para atrapar su pelota, que se fue volando después de patearon despiadadamente.

Le encantaba tener la fuerza de su papá. Eso lo hacía un ganador, porque su papá le dijo que siempre tenia que ganar, aunque también tenía que saber perder sin armar un berrinche. Lo aprendió, pero aun así él era competitivo, no podía evitarlo.

Agarro su pelota otra vez, apunto a la dirección que quería y pateo.

—¡Atrapala, papá!

Un hombre mayor, con el cabello color azabache pegado a su frente corrió rápidamente para alcanzar la pelota, y patearon de nuevo. Mandandola al mar, su hijo frustrado fue tras ella. Su padre era igual de competitivo.

—¿Porqué la lanzaste tan lejos?.—preguntó el hombre de cabello castaño.

—Quería ver cuanto corría.— se volcó, lo atrajo a sus brazos.

—Eres cruel.

—¿Quiere ver cuanta cruelda abarco en mi cuerpo?

—No....—Antes de que pudiera decir nada, fue sujeto, y tumbado en el suelo.

Su risa resonó por toda la playa, haciendo que las aves tomen su vuelo por el hermoso cielo.

—¡Para, Jungkook!.—Se removió tratando de alejarse de las peligrosas manos de su esposo.—¡Me voy a orinar, Jungkook!

Se detuvo.

—Genial, yo te llevo al baño.

—Estás loco.— su respiración era agitada, pero eso no quitó la sonrisa de sus labios. Rápidamente les dio vuelta.—Tal vez en la noche.

Y, salió corriendo detrás de su hijo.

Jungkook se encontraba en shock. Jimin no siempre era atrevido, y cuando lo era, el mismo infierno sucumbia antes él.

Miró al frente. Vio a su hijo jugando con su amado esposo. Estaban en el agua salada, tratando de alcanzar a su hijo para tirarlo al mar. Ellos jugaban con el atardecer pintado detrás de ellos.

Era una imagen encantadora a sus ojos.

No podía creer aún, que ya tenia una familia. Era todo tan surrealista. Si hubiera sido su antiguo yo, le habría válido todo, porque su antiguo él no creía en el amor y muchos menos en una familia, pero ahora en el presente, se alegraba de haber cambiado de pensamientos.

Amaba todo eso. Ellos eran su paraíso, sin ellos él no sería nada.

A los lejos, Jimin lo llamó para que se una a ellos. Y, él encantado fue.

—¡Papá, ya tengo la pelota!

—Bien.—Agarro la pelota y la volvió a tirar aún más lejos.

—¡PAPÁ!

—¡JUNGKOOK!

Él tiro un carcajada que retumbó por todo el lugar, haciendo que las palmeras se alboroten. Su hijo fue tras su pelota una vez más.

Volvió la mirada, y encontró a un Jimin con las mejillas infladas.

—No te enojes, Jimin-ssi.—Lo abrazo.—Aún tenemos que hablar sobre el cumpleaños de Suhyeok, tenemos que hacerle una fiesta por sus décimo cumpleaños.

—¿Desde cuando hablas así?

—¿Así cómo?

—De decirle diez pasaste a decirle décimo.

—Ah, eso. Es que queria verme más inteligente.

—Pero eso ya lo eres, Jungkook.—Le rodeo el cuello.—Sino, no estaría contigo.

Volvió a sonreír picaramente. Le encantaba esa parte de Jimin. Lo volvía loco. Le dio un beso en la nariz.

—Gracias, Jimin.

—¿Porqué?

—Porqué solo el hecho de que nos hayamos conocido, me hace feliz, al menos a mí.—Le apartó un cabello de su frente.— Y estaré feliz el tiempo que tenga de el placer de tu compañía, así sean diez minutos, dos años o treinta años.

—Sabes, que también me haces feliz que nos hayamos conocido. Me siento bien contigo. Quizás es porque me sentí como en casa contigo, mucho antes de que me dejaras entrar.

Jungkook negó.

—Tú me dejaste entrar en la tuya, vecino.—Levantó las dos cejas, tratando de seducir a Jimin.

Él solo pudo tirar una carcajada, que hizo al mar crear olas grandes que pedían a gritos que las tocarán.

—¡Papá, atrapala!.—Se separó de Jimin y fue directo hacia su hijo.

Los observo.

Observo como interactuaban. Como se acoplaban entre ellos.

Cuando llevo a Jungkook, al orfanato para ver a Suhyeok no pensó que al instante que se vieron crearían un lazo demasiado fuerte, que para ellos era imposible separarse. Lo mismo que sintió él cuando lo vio por primera vez.

Se encontraba dichoso. Tenía a su familia más unida que antes. Ahora tenía lo que siempre soñó. Apoyo, sinceridad, y un amor incondicional. El apoyo que se tenían era mutuo. Es lo que siempre quiso y ahora tenía.

Dicen: "Cuando dos personas son uno para el otro; no hay tiempo demasiado largo, ni distancia demasiado lejos." Eso fue.

Así empezó su historia con Jungkook. No hubo tiempo cuando se conocieron, era como si no existiera el espacio ni el tiempo, porque sólo eran ellos dos, con sus miradas juntas, contra el mundo. Ahora tenían a Suhyeok, y formaba una línea en su mundo, que los ataba. Él cuidaría de ellos. Se aseguraría que ellos estuvieran bien. Como tambien sabía que ellos cuidarian de él.

Los volvió a observar. La sonrisa que tenía Jungkook,  la felicidad de su hijo mientras jugaban a revolcarse en el mar salado, la pelota quedó al olvidó. Eran su complementos. Eran su vida. Y los amaba con todo su corazón, ahora nadie podía quitarle aquello.

Nunca jamás pensó que se volvería a enamorar.

Ni muchos menos pensaba que sería de su loco vecino, que tocó su puerta cuando él se encontraba en la miseria.

Un día, así como cualquiera  conoces a alguien que te hace sentir que no habías conocido nada. Y que la primera vez no siempre es la primera vez.

Después de Jaebum, pensó que su corazón se encarcelaron y no permitiría a nadie entrar en el. Pero claro su vecino rompió todas las barreras, cuando entró por primera vez en su departamento y le dijo que mirarían una serie desde el principio, solo para que él entendiera.

Y, así.

Termina su historia con Jungkook.

Después de tantas lágrimas, de dolor. De una infidelidad que le costó todo y lo dejó sin nada.

Llego alguien que lo hizo brillar. Y más aún lo hizo amarse así mismo.

Estaría eternamente agradecido con su amor.

Por nunca haberse rendido antes él.

—¡Papá, ven a jugar!

Salio de sus recuerdos, al escuchar a su hijo. Sonriendo corrió.

— Ya voy hijo.

Ellos empezaron a correr en su dirección. Abrió los brazos y los atrapó.

Sí.

A pesar del dolor. De las lágrimas, sangre y sudor que sufrió. Se dio cuenta que ahora valieron cada unas de ellas. Porque gracias a la infidelidad de Jeabum, pudo conocer a la persona que en realidad amaba. Y si antes se encontraba entre la espada y la pared, ahora se daba cuenta que la decisión que tomó era la correcta.

Había hecho una buena elección.

Ahora era plenamente feliz.

Él pudo salir de su relación tóxica, con ayuda de las personas correctas, y de su fuerza de voluntad.

Tú también puedes, personita que lee mis pensamientos. Te doy fuerza para salir adelante en tú día a día.

Sé feliz. Como lo soy yo ahora.

Amarga RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora