Capítulo 9

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Taehyung se detuvo frente la puerta del doctor.

No podía creer como había cambiado su vida. Él llegó a salvarlo, lo cuido y se preocupó por él. Nadie había hecho eso por él. Se sentía agradecido con Park Jimin, era un ángel para él, y sabía que él más que nadie no se merecía lo que le pasó.

Toco la puerta. "Jimin merece más que esas horribles personas que le tocó." pensó.

Jimin estaba limpiando todo para cuando su invitado llegase. Justo sonó el timbre cuando había colocado la mesa. Ya sabía quién era, así que se acercó feliz para verlo.

—Hola Taehyung.— dijo, mientras abría la puerta.

—Hola Señ..... Jimin.—Tae le regalo una de esas hermosas sonrisas cuadradas que tenía.

—No puede ser. —habló Jimin riéndose, cerró la puerta y se puso serio—A ver, dejemos esto claro, ¿Cuándo naciste Taehyung?

Mirándolo raro Taehyung respondió:

—El treinta de diciembre de mil novecientos noventa y ocho.

—¿En serio?

—Sí. ¿Porqué? —Taehyung preguntó.

—Porque pensé que era más joven. —respondió con asombro.

—¿De verdad? —Taehyung saltó emocionado, siempre le había gustado que las personas le comentaran que se veía más joven de lo que era.

—Sí. —contesto Jimin indicándole que tome asiento.

—¿Cuándo es el cumpleaños de usted? —Tae tomo asiento y espero como niño bueno, pero se sintió incomodo—¿Quiere que lo ayude?

—El trece de octubre y no gracias. Eres mi invitado, así que, permite que te atienda. —dijo firmemente, sirviendo el desayuno - almuerzo que hizo para ambos.

—De acuerdo, lo respetaré. Pero, quiero que sepa que me incomoda no estar ayudándole. —dijo agarrando los vasos y sirviendo el refresco por iniciativa—Usted, dígame y yo también atribuiré a lo que me pida.

—Tranquilo, Taehyung. Como dije, eres mi invitado. —le quito la jarra—Deja que hoy yo te atienda. —le repitió.

—Pienso, que el que nos hayamos encontrado usted y yo no fue coincidencia. Fue algo más. —la emoción era palpable en los ojos de Tae.

—¿Qué cosa? —confundido preguntó Jimin, sin seguirle el hilo.

—Somos almas gemelas. —Dijo Taehyung, pero al ver la expresión de confusión de Jimin, se lo explico mejor— Estábamos destinados a encontrarnos. —Jimin sonrió por la ocurrencia del chico.

—¿Crees en eso?

—Claro que sí. —se levantó y le agarro los hombros— Si usted no me hubieras encontrado aquel día en el callejón después de haber ido a su consultorio y que ni siquiera me haya mirado. —Jimin arrugó la nariz ante el hecho. Odio haberse comportado de ese modo con Tae— Nos volvimos a encontrar. Si eso no es destino ¿Entonces que es?

—¿Coincidencia? —Jimin le agarro las manos y decidió contagiarse de la fantasía de Tae— Tal vez, tienes razón y todo lo que me pasó fue por algo ¿no? —comentó feliz, pero las palabras que salieron de su boca eran equivocadas porque la sonrisa de Tae desapareció.

—Lo que le paso, no se lo merecía. —declaró, recordando todo el sufriente por el que paso el doctor.

—Ya no importa si me lo merecía o no. —suspiró y miró más allá de donde estaba Tae, siendo más específicos, clavo su mirada en la pared—Ya está hecho. Dolió lo que tenía que doler y lloré lo que tenía que llorar.

Amarga RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora