Capítulo 6

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Radiante.

Así se sentía Jimin.

Ya estaba cansando de toda esa falsedad. En cambio, se encargaría de terminarla lo más rápido posible.

Quería acabar con su falsa amistad, la falsedad que ello le mostraron a él en su propia cara mirándolo a los ojos. Ya no está dispuesto a seguir siendo el mismo hombre frágil que se dejaba pisotear y humillar, peor aún que le vean la cara de estúpido.

Todos lo sabían.

Todos le mintieron.

Todos pagaran por eso.

Maquillándose suavemente para la fiesta, pensó en todo lo que ocurrió con sus falsos amigos, todo lo que pasó con ellos, todo lo que significó para él. Ahora, ve que solo él vio lo especial de aquella mentira que llamaban "amistad", porque para ellos solo era una persona que estorbaba, una persona odiosa, egoísta y fría.

Se miró en el espejo, contemplándose un poco más. Se sentía poderoso y hermoso, hace tiempo que no se veía así con toda su ropa negra, porque ese día moría su matrimonio con ese hombre mentiroso e infiel. No pudo evitar ponerse una bufanda roja con rayas negras pequeña para su cuello, lo ajusto bien para que quedará perfecto y encima se puso un saco con franjas negras que le hacía resaltar sus ojos grises azulados, unos ojos muy raros. Se cambió el color de su cabello está mañana, no estaba seguro de que color hacerlo hasta que vio sus propios ojos y recordó lo que le dijo Jaebum aquella tarde que se arregló para él: "Tus ojos son muy llamativos podría provocar a cualquiera y te juro Jimin, que si alguien alguna vez te toca o te miran de la forma en que lo hago yo, esos bonitos ojos desaparecerán."

De esta manera, no lo pensó más, se tiño del mismo color de sus ojos, un gris con franjas violetas. Le encantó.

—Bien Jimin, hoy acaba todo. —se dijo así mismo, mientras tomaba sus cosas y salía de su departamento.

Después de unos minutos conduciendo llegó hasta el trabajo de Jaebum, se aparcó fuera de su trabajo y sonrió. Un sentimiento extraño se asentó en su estómago la emoción mezclada con la rabia que sentía se estaban uniendo, haciendo estrago en su interior. Agarró su teléfono y lo llamó.

—Fresita. —contestó el cara dura.

—Sal, estoy afuera. —habló mientras salía del auto y se paraba frente del auto. La anticipación hacía que su cuerpo empiece a temblar, saco su celular y empezó a leer las fichas medicas de sus pacientes que tenía pendiente para que su mente deje de pensar en lo planeado. Se quedó mirando su celular, mientras esperaba a Jaebeom.

No se dio cuenta en qué momento había llegado Jae, hasta que escucho un jadeo. El dedo que ocupaba para deslizar las fichas se detuvo, lentamente levantó la mirada y casi se ríe de la expresión de Jaebeom.

—¿Qué pasa querido?, se te va a caer la mandíbula. —dijo con un tono que ni él sabía que tenía.

—¡¿Pero que te has hecho?!—exclamó entre enojado y sorprendido— ¿Dónde está el color rosita? ¿Y esos ojos? ¿Dónde están tus lentes de contactos? ¿Cómo puedes estar pintado de esa manera? Tus labios siempre han sido rosados, pero ahora está de un rojo escandaloso ¡Pareces uno de esos prostitutos de la esquina! —gritó en media calle. Jaebeom estaba enojado, ¿Cómo era posible que Jimin se viniera en esas fachas? ¿Quién se creía? Odiaba como estaba vestido. No obstante, un deseo empezó a nacer dentro suyo al ver esa aberración.

—¿Qué? Parece que conoces bien a esos prostitutos como para compararme con ellos. —Jimin le sonrió, tal vez en otro momento se hubiera sentido insultado, pero no esta vez. No cuando sabía lo que pasaría después— ¿No te gusta? —dijo con voz seductora, dando una vuelta entera con los brazos abiertos para que su marido pueda ver todo lo que se estaba perdiendo— Lo hice por ti, quería que me vieras hermoso y que te sintieras orgulloso de tener a tu lado a alguien como yo. —se apoyó contra la puerta de su auto, poniendo una mano en su cuello, deslizando sutilmente, dejándose desear.

Amarga RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora