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‧͙⁺˚・༓☾ 𝓜 𝓲 𝓷 𝓨 𝓸 𝓸 𝓷 𝓰 𝓲 ☽༓・˚⁺‧͙

La noche había caído, la Luna ya estaba por llegar a su punto más alto en el cielo el cuál alumbraba por completo con su brillo además de tener la agradable compañía de las estrellas. No había nada de ruido, a excepción del canto de los grillos, mi respiración, mis latidos, y el chocar del lápiz con un trozo de papel. Me encontraba en pijama, un camisón largo de telas finas blancas, dibujando para relajarme después de un largo día lleno de platicas, lecciones, clases y presentaciones, ser el príncipe heredero y un omega deseado no era una tarea fácil. Te la pasabas todo el día parado o sentado, en pláticas y clases aburridas, en lecciones de etiqueta en donde te enseñan incluso a pestañear y respirar de la forma correcta, pero lo que más me molestaba, era el que organizaran una reunión casi a diario. Estas presentaciones eran hechas por mi padre, traía a princesas y príncipes alfas con la esperanza de que eligiera al que sería mi futura pareja, una la cual me ayudaría al llevar el reino a la prosperidad, algo que, si me permiten decirlo, era una completa idiotez. No importaba cuántas chicas preciosas, o chicos alfas apuestos conociera, no cedería a ninguno, porque yo ya tenía un atractivo alfa de mi lado, uno el que logró capturar mi corazón de la manera más hermosa que pude conocer, aún recordaba la primera vez que lo vi.

Esa noche se había organizado un baile para celebrar el cumpleaños de mi padre, y yo me encontraba escapando de un molesto príncipe que insistía en que bailara con él. La primera impresión que me dio fue buena, pero su constante insistencia fue lo que me cansó, así que escapé por una puerta lateral, y corrí hasta los jardines del palacio, este principe me siguió el paso de cerca, pero tenía una ventaja, y esa era que conocía los jardines mejor que nadie. Fue cuestión de esperar hasta que pude cumplir mi objetivo de perderlo, me tomé un tiempo para recuperar el aire perdido, y también aprovecharía para darme un respiro de toda la gente que se había juntado dentro del palacio.

Caminé por los alrededores un tiempo, disfrutando de mi soledad, o al menos así fue hasta que escuché unos ruidos algo extraños provenientes del pequeño laberinto hecho con paredes de arbustos. Curioso seguí los ruidos hasta dar con el centro de la instalación, ahí pude identificar a un caballero, lo supe gracias a las prendas que llevaba, y este practicaba con su espada, fue tal mi curiosidad de ese ser, que me quedé observándolo detrás de un árbol hasta que finalizara su entrenamiento suponía. No fue hasta que terminó, que yo me acerqué para felicitarlo por su trabajo, y al parecer mi presencia fue una sorpresa, pues logré espantarlo provocando que este tropezara y cayera al piso; más precisamente, cayó a mis pies de manera literal, esta torpeza logró sacarme una diminuta risa. Esa noche me la pasé platicando con él, fueron unos divertidos momentos, al menos hasta que escuchara como los guardias ya empezaban a buscarme, así que de manera rápida me despedí del alfa, antes de regresarme a los adentros del palacio, sin embargo, había dejado pasar un dato importante, ¡No había preguntado su nombre!

Después de esa vez, mis días tuvieron un cambio.

Desde ese día no había podido dejar de pensar en aquel caballero, recordaba su voz y una sonrisa se posaba en mi rostro, en mis tiempos libres me dedicaba a bocetear su rostro en papel, el rostro que recordaba, pero lamentablemente no lo volví a ver, tal vez se había tratado de algún aprendiz, un invitado, o un guardia de algún rey, así que me resigne a verlo de nuevo, solo me quedaría con el recuerdo; sin embrago el mundo tenía más planes para mí.

Duré lamentándome de mi error alrededor de 8 meses, hasta el día de mi cumpleaños.

Era costumbre en mi familia festejar cada cumpleaños y fecha importante, ya sea para solo la familia real o para el pueblo, agreguen eso a "desventajas de ser príncipe". Habían organizado una fiesta y baile para celebrar mi décimo séptimo año de vida, ya saben, el salón principal adornado, montones de comida, música, y desde luego, príncipes y princesas que deseaban bailar con su majestad, desde luego que aceptaba con una sonrisa, aunque por dentro estaba muriendo, preferiría estar encerrado en mi habitación o en los jardines leyendo algún libro, o pintando algo. Fuero horas torturadoras, estaba por mandar todo al diablo cuando de entre los grupos de personas, logré verlo otra vez, era él, el caballero de aquella noche. Al parecer este había sentido mi mirada, pues poco después giró su vista y la posó sobre la mía, sacándome un sonrojo y provocando que desviara la mirada, enseguida de eso, se acercó hasta mi sitio para pedir una pieza de baile conmigo, y por primera vez en ese día, me permití sonreír con total sinceridad, aceptando gustoso la invitación, caminamos hasta la pista de baile, en cuanto empezó la nueva pista, empezamos un balanceó suave.

[HIATUS] UṈCOṈDIΓIOṈΔLLɎ || NΔMGI - OMEGΔVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora