Parte veinte: Haciéndolo funcionar.

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Percy

Annabeth era lo mejor que le había pasado en su vida. De verdad que sí. Pero no le había pasado por la cabeza que en algún punto tendría que conocer a los padres de Annabeth.

De algún modo se habían enterado de su existencia y pensaban que Percy no iba en serio en la relación si no se presentaba con ellos. Esto hizo que Annabeth se enojara y de forma impulsiva les gritara que la relación era seria y que lo invitaría a cenar.

Lo que resulto en Percy gastando sus ahorros para comprar una sudadera que no estuviera desgastada. Podría haber rentado un traje pero eso le salía más caro y no le quería pedir a su mamá.

Por suerte Gabe no estaba en casa, no había estado en casa desde hacía semanas. Regresaba para cambiarse y por el dinero pero después se iba y no volvía por unos días. Percy estaba feliz con eso, muchas veces su mamá ni siquiera estaba cuando Gabe iba a la casa. Eso significaba que en algún el podría invitar a Annabeth a cenar a la casa y que conociera mejor a su mamá.

Y ahora Percy estaba parado enfrente de la casa de su novia con galletas (normales porque no se sentía en confianza para llevar las azules). Tomo aire y tocó la puerta. Annabeth abrió la puerta y una sonrisa se extendió por sus labios al verlo. Tenia un vestido azul marino y su pelo caía en una cascada dorada por su espalda.

- Hola, Percy.

- Te ves hermosa.

Annabeth sonrió aún más y sus mejillas se tornaron rosadas.

- Gracias, Cerebro de Alga. Entra.

Percy entro y siguió a Annabeth. La casa estaba impecable como cada vez que él visitaba. Los padres de Annabeth estaban sentados en el sillón y se levantaron en cuanto Percy entro a la sala. El Sr. Chase estrecho la mano de Percy y lo examinó de pies a cabeza.

- ¿Percy, verdad? ¿Ese es tu nombre?

- En realidad es Perseus pero no me gusta...

- Así que Perseus, ¿Estás saliendo con mi hija?

- Si, señor.

Su esposa se lo quedó viendo como si estuviera mal de la cabeza.

- Traje galletas.

La señora Chase asintió y las tomo para después dirigir a todos al comedor y llamar a los gemelos para que cenaran. Los hermanos de Annabeth bajaron y se detuvieron al ver a Percy. Lo examinaron de arriba a abajo y siguieron su camino directo hasta las galletas. Sally los habría regañado por no saludar.

Todos se sentaron y empezaron a comer en un silencio incómodo hasta que el señor Chase habló.

- ¿Y cómo te va en la escuela, Perseus?

- Bien.

- ¿Bien? Annabeth no te ha mencionado como competencia.

- Oh, no. Yo no le llegó ni a los talones a su hija.

La expresión del señor Chase era imposible de adivinar. Annabeth mantenía la mirada fija en su comida pero Percy noto su nerviosismo así que tomo su mano por debajo de la mesa y la apretó suavemente. Ella sonrió y le devolvió el apretón.

- ¿Y qué piensas estudiar?

- Aún no lo sé.

- ¿Cómo? ¿No tienes idea de que estudiar?

- No.

- ¿Y que opinan tus padres de esto?

- No lo sé.

Aprendiendo a confiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora