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Fuimos a una parte alejada, yo me puse mi armadura y casco y ellos se transformaron, me monte en Chimuelo y emprendimos vuelvo.

Les di la señal de que rodearan un poco la isla y volaran a una buena altura mientras que Chimuelo y yo volamos y aterrizamos encima de la jaula donde estaba el dragón que era un Látigo Afilado, al vernos todos se quedaron asombrados de vernos y la gente se estaba empezando a asustar mientras que los Berkianos nos miraron con asombro y un poco de miedo, lo cual me di mucha satisfacción verlos así.

- Saben los dragones también sienten - le dije mientras me bajaba de Chimuelo y de la jaula - y sienten más cuando personas como ustedes los lastiman - me dirigí al cerrojo con la intensión de abrir la jaula.

- ¿Qué estas haciendo? - pregunto Patapez con voz temblorosa.

- Wow, me estas diciendo que un chico grande como tu le tiene miedo aun dragón - dije con burla en mi voz - un hombre que a simple puede intimidar, pero en realidad es un cobarde - solté una risa con ironía.

- Ten más cuidado con lo que dices - dijo Patan molesto - acaso no sabes con quienes estas tratando, somos los mejores cazadores y asesinos de dragones que pueden existir en todo el archipiélago - decía todo con demasiado ego, tanto que me daba asco.

- ¿En serio? no me había dado cuenta, entonces porque no me lo demuestran si son los mejores tienen que poder contra un dragón sin muchas armas como lo están ahora - sin más que decir empecé a abrir la jaula y podía escuchar como todos decían que no lo hiciera, pero no les hice caso y deje que saliera el dragón.

En cuanto lo libere empezó a atacar a los Berkianos y todos los pueblerinos me rogaban porque los ayudara y que calmara al dragón, al poco tiempo vi que los demás dragones ya habían llegado y estaban volando a una altura decente y todos se empezaron asustar porque creían que los iba a atacar a todos, después de un rato de ver como los Berkianos luchaban con el dragón y que claramente estaban perdiendo, tuve que pedirle a Tormenta que interviniera ya que Astrid estuvo a punto de golpear al dragón con su hacha.

- Pero que... - no pudo terminar de hablar porque ahora toda la atención estaba en el Látigo que se acercaba a mi de manera amenazante, Astrid se paro y me grito - creo que ahora es tu turno y sí nosotros que somos cinco no pudimos menos tu.

- Tranquila, no te hare daño - comencé a hablarle y con esto ganando me la atención de todos - solo deja me ayudarte - estire mi brazo poniendo mi mano en alto para ganarme su confianza y como era de esperarse pego su nariz en mi mano demostrando que confiaba en mi.

- ¿Cómo lo hiciste? - pregunto Astrid asombrada.

- Y esperas que te lo diga a ti, ni loco.

- Tu en serio eres un demonio, sabes hace tiempo en Berk había un chico igual a ti - me paralice al escuchar eso, pero no podía permitir que supieran que era yo - y ahora lo estamos buscando - definitivamente eso no me lo esperaba, me buscaban a mi - después de escuchar sobre ti nos dimos cuenta de que lo necesitamos para protegernos de alguien como tu - eso me molesto bastante y no iba a permitir que me encontraran así que tuve una idea y esa era que tenía que matar a Hipo.

- Hablas de Hipo ¿no es así?

- ¿Lo conoces?

- Así es, muy trágico lo que le paso a ese pobre joven.

- ¿De que hablas?¿qué le paso? - pregunto ahora Patapez intrigado.

- Porque habría decirle a ustedes, las personas que lo llevaron a su muerte que fue lo que se hizo de él - les dije con molestia.

- ¿Cómo? espera, estas diciendo que Hipo murió - se notaban el sombro en la voz de Astrid - ¿Cuándo paso eso?

- Hace dos años, se los voy a contar solo para que se ahorren las molestias de buscarme en busca de respuestas, cuando lo encontré él estaba llorando y me conto que fue desterrado de su hogar, me conto de como encontró a Chimuelo, de como se hizo su amigo al igual que de los otros dragones con los que entrenaban, me enseño lo que sabía y juntos empezamos a rescatar algunos dragones, después de un tiempo él enfermo y todo fue a causa de que después de que lo desterraran el se descuido y sin darse cuenta agarro una extraña enfermedad que lo mato, le prometí que cuidaría de su dragón que seguiría salvando dragones de personas como ustedes y a pesar de que yo quería ir a Berk a destruirlos él nunca me lo permitió - creo que eso fue una buna historia sobre mi muerte y a juzgar por sus caras se la creyeron completamente.

Me di la vuelta y me monte en Chimuelo, le hice una señal al Látigo Afilado para que emprendiera el vuelo e irnos de este lugar, estaba apunto de despegar con Chimuelo pero Astrid me hablo.

- Espera - la mire en silencio esperando a que continuara hablando - sí nosotros de decimos al jefe que Hipo murió no nos va creer, así que te pido que vayas tu se lo digas en persona.

- Ir a Berk, lo pensare - sin decir nada más me fui de ahí con todos los dragones.

El demonio y el dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora