Pedido por:luanaanaya
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𝐒𝐔𝐒 𝐏𝐑𝐄𝐂𝐈𝐎𝐒𝐀𝐒 pecas eran admiradas por aquel pelirrojo de ojos verdecinos, su tacto en la mejilla contraria, era suave y delicado, no quería despertarlo, quería disfrutar de un rato más la tranquilidad que le brindaba el pecoso dormido
Contaba sus pecas, una por una, nunca se cansaba de hacerlo, le gustaba mucho esa característica de su pareja, no podía evitar contarlas hasta dormirse
―Buenos días― la dulce y adormilada voz de su pareja se escuchó, el noruego quitó rápidamente su mano con un leve sonrojo
―Buenos días Per, ¿como dormiste?― Preguntó con tranquilidad y dulzura
―Más que bien― respondió mientras volteaba y lo abrazaba pasando sus brazos por el cuerpo contrario ―¿y tu?―
―Igual― besó la coronilla del contrario regalandole una que otra suave caricia en su mejilla
Ambos querían qurdarse un rato más en la cama abrazados, pero era día de limpieza en la casa, no podían postergarlo ya que pronto recibirían una visita
―Tu lavas los baños y limpias la sala― susurró el peruano con una sonrisa
―Si mi tesoro me lo pide, yo lo haré con gusto― lo besó
Perú correspondió la muestra de afecto, los labios peruanos eran tan dulces y suaves, Noriega juraba que estaba en el cielo
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―¡Finlandia!― Exclamó el noruego abrazando con alegría a su amigo
―Oh, Noruega, cuanto tiempo― el filandés correspondió el abrazo
Finlandia y Noruega eran mejores amigos, inseparables, el albino era la persona que mejor conocía al ojiverde
―¿Y, donde está Perú? Quiero besar esas mejillas abultadas― expresó
Noruega rio, era normal aquella muestra de afecto, Finlandia adoraba las mejillas de Perú
―Nunca cambias― el ojidorado apareció con una sonrisa pintada en sus labios ―hola, Finlandia―
El albino sonrió y lo abrazó con fuerza, se separó y comenzó a besar las mejillas contrarias
―Oh, Perú, no sabes cuanto te extrañé― Finlandia estiró las mejillas pecosas
―Vo pabien― dijo con dificultad (yo también)
Noruega dejo de sonreír cuando se sintió ignorado, el albino y pelirrojo habían entablado una conversación, olvidándose de él
Esperó unos minutos, al pasar los 10, interrumpió la conversación abrazando al pecoso por los hombros
―Se que están muy emocionados por ponerse al corriente pero ya deberíamos entrar, el cuarto no se acomodará solo― dijo el noruego con una sonrisa forzada
―Oh, es cierto― el peruano dijo ―vamos Finlandia, te mostraré tu habitación―
Antes de poder hacer algo, Noruega tomó las maletas del albino con rapidez para entrar a la casa
―No te preocupes, cariño, yo me encargo de nuestro invitado― sonrió falsamente
―Mmm, bueno― accedió ―cuando termines de ordenar tus cosas, Finlandia, iremos a comer―