VII

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Dinastía Joseon, 1492.






Pasaron dos meses desde el deceso impune de tres principales figuras del imperio Min. Un pequeño acto que manifestó una magnitud de dolor cambiando por completo un pueblo entero. Lo que antes era el refugio de los convalecientes, terminó por ser el peor de los calabozos que podría existir en toda Corea.

— Jungkook, es hora de limpiar el patio principal.

El joven mencionado, asintió sin mostrar ni un ápice de emoción en el rostro. Metió un último bocado de comida a su boca y se levantó del suelo para ir tras los guardias que lo acompañarían a "limpiar".

Desde la muerte de su amo, el joven Hoseok, Jungkook pasó a ser un sirviente cualquiera dentro del palacio, después de servirle a su amo y ver con sus propios ojos cómo moría a manos del emperador Yoongi. Una escena que lo cambió de muchas formas, por ejemplo, olvidó la poca inocencia que brillaba en su interior, se convirtió en un chico desinteresado y frívolo, en especial con aquellas cosas relacionadas al amor; pero nada más impactante que transformar su cuerpo en un arma viviente debido a la culpa creciendo en su interior al no poder defender a su amo, Hoseok. Atrás quedó en muchacho delgado, tierno e inocente, en tan solo un par de meses comenzó un arduo entrenamiento de combate, alimentando sus músculos y la fiereza de su alma.

Tenía un secreto que, de relucir, podrían sentenciarlo a muerte en segundos. Desde aquél incidente, Jungkook le guardó un enorme rencor al emperador Min, debido a su falta de tacto al asesinar a su amo sin prueba alguna; es por ello que decidió no tenerle respeto alguno, sino miedo. Así que, cuando fue nombrado guardián, se juró así mismo ser el mejor de todos para cuidar la vida del emperador y así, éste tuviera una larga vida en la que se torturaría a sí mismo de su más grande error.

Esa tarde, el emperador había sentenciado a tres hombres: el primero por ser atrapado tomando una siesta en hora de trabajo, el segundo por rebelarse contra el emperador y el tercero, ni más ni menos, que por derramar una copa de soju en la mesa, sin querer.

Sí. El emperador enloqueció desde "El día oscuro", cuando comenzó a sentenciar a diestra y siniestra a un sin fin de inocentes que pagaron por la simpleza de un error cometido de su propia mano.

Así es como, cada tarde, se sentenciaba a uno o más hombres, mujeres e inclusive, niños, en la plaza del palacio, dónde eran ejecutados cortándoles la cabeza y siendo colgados por todo el pueblo como una amenaza.

Jungkook tenía dos trabajos: el primero, proteger con su propia vida al emperador y el segundo, limpiar los restos de las ejecuciones. Así que, ahí se encontraba, moviendo los cadáveres sobre una carreta para después ser transportados hacia una fogata dentro del bosque donde eran incinerados.

Aún podía escuchar los gritos de un hombre a lo lejos que lamentaba la pérdida de su padre.

— ¡NO! ¡PADRE! ¡¿POR QUÉ TE HAN HECHO ESTO?! ¡¿POR QUÉ?!

Jungkook sintió escalofríos al escuchar los lamentos de aquel hombre, le hizo recordar los propios en "El día oscuro", así que, decidió tomar el lugar de quién lleva la carreta para alejarse de ahí de una vez por todas.

Sin mirar ni una vez al emperador Min, quién se reposaba en su trono, con la mirada perdida y la piel blanca brillando con los últimos rayos del sol, se dispuso a emprender camino cuando una misteriosa luz iluminó el cielo haciéndolo parecer de día.

— ¡ES UN ATAQUE! ¡PROTEJAN AL EMPERADOR!

Escuchó la orden del general.

Una orda de guardianes se abrieron paso para proteger a Yoongi y meterlo dentro del palacio mientras el general ordenó a un pelotón, donde se encontraba Jungkook para revisar el lugar de ataque.

THE KING & THE BOSS 【YOONSEOK】 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora