THE KING & THE BOSS 【YOONSEOK】

XIV

En su vida había recordado tener un descanso tan placentero y largo como el que estaba teniendo en ése momento.

Las sábanas tibias cubriendo su desnudez contrastando con la ligera brisa fresca entrando por los ventanales, la comodidad entre los brazos de Yoongi, preso de sus gruesos muslos rodeando su cintura y la satisfacción placentera de felicidad. No había gritos de colegas despertándolo con brusquedad, no habían balas perforando las paredes u órdenes frívolas de su jefe para una nueva misión. Pero lo que más le encantaba era sentirse una persona normal, con un amante que lo deseaba.

Al abrir los ojos, se encontró con unas hebras rubias de cabello que reposaban sobre el rostro pálido de Yoongi. Con cuidado las peinó tras su oreja, asombrándose de la suavidad de ellas. Sus dedos viajaron de su cabello al contraste de sus cejas oscuras, delineó sus párpados y la curva fina de su nariz, después acarició casi sin querer sus pómulos para finalmente tocar sus labios degaldos que en la noche anterior lo devoraron sin pediedad, saboreando su piel, haciéndolo estremecer con tan solo recordar la pasión y dedicación que mostró.

Era increíble imaginar que el hombre que lo apresaba no era Suga a pesar de tener parecidos extremos. Y entre su divagación matutina, su mente dio un giro hacia la perdición donde imaginaba una situación parecida, pero con otro hombre.

Suga.

Tenía que superarlo, pero estaba enamorado de ése bastardo por tanto tiempo que le era difícil soltarlo, sin embargo, su mente y corazón parecían concordar en que estaba comenzando a refugiarse en Yoongi por el simple hecho de ser idénticos. Pero sabría diferenciar los sentimientos que tenía uno del otro como cosas completamente distintas.

Amaba a Suga, era su primer amor, el hombre que admiraba y a quién estúpidamente transformó en su hogar; en cambio, Yoongi era un desconocido, a quién reconocía, tenían una atracción sexual exquisita, que podían ser polos opuestos, pero se entendían de cierta forma en la cama.

Amor y pasión.

Dos cosas completamente distintas como los hombres que rondaban su mente.

Pero, Suga estaba muerto, así que, debía seguir adelante.

Aunque, en el fondo, Hope deseaba saber más de Yoongi y su tonta obsesión con ése tal Hoseok.

— Buenos días.

No se dio cuenta en el momento en que comenzó a divagar con la mirada perdida en el techo.

Se volvió hacia el rubio sorprendido, por segunda vez, lo sensual que era a través de su voz ronca.

— Serán buenos cuando salga de ésta pesadilla.

Respondió cerrando los ojos.

Yoongi no era estúpido y notó que Hope creaba esa capa de hostilidad para protegerse de los demás, así que, solo se limitó a sonreír y seguirle el cuento de niño malo.

— Bien.

Sin más que decir, Yoongi se levantó de la cama apartando el cuerpo de Hope y alcanzar su albornoz tirado en el suelo.

Hope sintió un frío recorrer su cuerpo y sobre todo, el vacío que le recordaba a Suga. Conocía ése movimiento, primero lo follaba a su manera y después lo apartaba como una prostituta a la que podía tomar cuando quisiese, sin embargo, no creía que Yoongi tuviese esos modales al ser un rey o es que le dolía su indiferencia.

Iba a decir algo, pero su boca se secó cuando notó el cuerpo de Yoongi. La espalda ancha, los músculos definidos, la pequeña cintura, los muslos gruesos, su bonito culo respingado y como cereza de pastel, la piel como nieve. Pero su visión pronto se desvaneció cuando se cubrió con su albornoz.