XII

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- Bueno, la herida está casi cerrada, - Dijo el médico volviendo a colocar nuevas hojas sobre la que parecía una cicatriz. - pero aún necesita cuidados. Es mejor que siga en reposo.

Hope rodó los ojos casi dejándose caer sobre la cama que compartía con Yoongi.

- Escuche, llevo dos días aquí, encerrado y sin hacer absolutamente nada, más que mirar como todos trabajan- Resongó. - Estoy asombrado por la rapidez en que esto - Señaló la herida. - sana, pero no puedo más. Me volveré jodidamente loco.

Al médico casi se le salen los ojos al escuchar a Hope.

- Escuche, su majestad. He recibido órdenes del emperador y yo tampoco quiero perder la vida. Así que, haga lo que le pido.

Hope observó al hombre de mayor edad, guardar sus cosas en una pequeña maleta y abandonar la habitación.

Suspiró observando por enésima vez el techo con los brazos extendidos.

Pasaron dos días desde que su herida comenzaba a mejorar, parecía que lo que sea que usaban en esa época funcionaba de maravilla, pero estaba tan harto de mantenerse encerrado dentro de las cuatro paredes del palacio que pronto se volvería loco si no hacía algo.

Observó de reojo a Jungkook.

El muchachito tampoco lo dejaba en paz, siempre detrás de su culo a donde quiera que fuese. Cuando salía a estirar las piernas por los pasillos, cuando buscaba algo que comer en la cocina e inclusive lo esperaba tras la puerta cuando iba al baño. Ése niño no se cansaba de pisarle los talones y estaba seguro que lo hacía para pasarle un reporte completo a Yoongi.

Ése frívolo emperador, quién en los últimos dos días, le bastó para conocer muy bien. Era un tirano de lo peor, un emperador que se basaba en sus creencias para nada objetivas, un asesino de posibles inocentes a los que los ejecutaba cortándoles la cabeza y exponiéndolos como adornos navideños en el pueblo. Lo comprobó el día anterior cuando, por curiosidad, se asomó para ver la ejecución de un anciano, al que se le acusaba de robar la despensa del palacio. ¿Las pruebas? Ninguna, solo las palabras de dudosa credibilodad de un guardia al que le parecía prepotente. Cerró los ojos cuando vio como Yoongi ordenaba su ejecución, escuchó el lamento, después el golpe del hacha contra el suelo y el sonido húmedo de algo rodar.

En sus tiempos, la sentencia a muerte hacia el anciano sería levantada por falta de pruebas por parte del acusador, pero recordaba una vez más que se encontraba en una época dónde la justicia la otorgaba un líder con mucho poder.

Pero, después de todo, Hope no se creía mejor persona que Yoongi. Por supuesto, ambos tenían sus propios pecados, pero los unía una sola cosa y esa era la crueldad. No iba a mentir, también fue cruel cuando trabajaba con Suga. Asesinaba a diestra y siniestra, sin importarle quién era inocente o no, no hacía preguntas, solo dejaba que sus armas y espadas hablaran por él.

Sin embargo, había algo en Yoongi que seguía molestándolo y le frustraba no saberlo.

Desde la última conversación, bueno, si es que le podía llamar conversación a una discusión insípida e incoherente, no cruzó alguna otra palabra con Yoongi, ni siquiera se presentó a la habitación cuando era de noche. Se preguntó donde dormiría y si estaba tan molesto con él como lo estaba en un principio.

Hope sacudió la cabeza.

¿A él qué le importaba? Le daba igual si le hablaba o no, solo deseaba saber una cosa y eso era, escapar de ése maldito lugar y época.

Así que, se levantó de la cama y observó al muchachito de ojos grandes.

- Oye tú.

- Dígame, mi señor.

THE KING & THE BOSS 【YOONSEOK】 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora