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Jimin esperó a que el calabozo donde se encontraban estuviese sumergido por completo en la oscuridad y el silencio. Cuando se cercioró que nadie estaba observándolo, uso la llave de su reja para abrirla, provocando un ligero chillido de metal oxidado, pero nada de lo que podría preocuparse, por lo tanto, como si caminara sobre hojas secas, se dirigió a la celda de enfrente para abrirla.

Ver a Suga inconsciente, lleno de sangre y moribundo de causó tanta lástima que casi se ríe. En otro momento, estaba cien por ciento seguro de que le atinaría el golpe final para arrebatarle la vida y deshacerse del apego enfermizo del que estaba enredado; pero necesitaba su estúpido cerebro estratega para escapar de aquella situación surrealista.

— Suga, vamos.

Como pudo, pasó un brazo por su cuello y apoyó su cuerpo encima del suyo propio. Una vez acomodado, no sabía por donde salir. Solo veía una puerta, misma por la que entraron los guardias, seguro había un par de ellos vigilando la entrada.

— Maldita sea, plan B.

Dejó de nuevo el cuerpo de Suga en el suelo y decidió despejar el camino.

Se acercó a la puerta, llamó con los nadillos esperando en posición de pelea. Cuando la puerta se abrió, atacó como una gacela. Primero un golpe al cuello, detras de las rodillas y rematar con la nuca para dejar inconsciente al primer guardia. El segundo intentó llamar refuersos, pero fue demasiado tarde, pico sus ojos, le arrebató la espada en la cintura y degolló su cuello manchádose de sangre.

Tomó un largo respiro para tomar aliento y se asomó al pasillo, percatándose de que no había nadie. Regresó donde se encontraba Suga y tomó su cuerpo para salir lo más rápido posible sin, afortunadamente, ningún obstáculo que los detuviera. Al parecer, el calabozo se encontraba en la parte trasera del palacio, cerca del bosque, por lo que pudieron escabullirse con facilidad. Pero no se confiaba, sabía que pronto darían el llamado de que escaparon, mas tendrían ventaja.

— Mmm... Jimin.

Suga comenzaba a recuperar el conocimiento y Jimin deseaba que fuese más pronto, ya que su culo pesaba demasiado para su menudo cuerpo.

— Vamos Suga, tienes que echarme una mano.

No supo por cuánto tiempo anduvo, pero si que sus piernas no podían más. Sus muslos quemaban, el aire comenzaba a escaparse de sus pulmomes y comenzaba a ver borroso.

— Vamos Jimin, tú puedes.

Se animó a sí mismo mientras escuchaba la corriente ligera de algún río.

Pero antes de levantar la mirada y ubicarse, cayó sobre las hojas secas de otoño, golpeando su rostro, aturdiéndolo más de lo que ya se sentía.

Entonces, entre la oscuridad de su pronta inconscia escuchó el galopar de unos caballos. Si eran los guardias de aquel emperador parecido a Suga entonces estaría muerto y su esfuerzo habría sido envano, pero no escuchó nada solo la voz de una mujer que parecía burlarse de su miserable suerte.























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Después de que le avisaran que los prisioneros habían escapado en sus propias caras, Yoongi mandó a decapitar a los guardias en turno como una forma de despejar su mente y sacar la ira de los ineptos de sus guardias.

— Deben ser alguna clase de brujos.

Comentó uno de sus consejeros.

— No, no hay un brujo tan bueno que pueda hacer ése tipo de hechizos por mucho tiempo. Quizá es un hermano perdido de nuestro señor.

THE KING & THE BOSS 【YOONSEOK】 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora