V

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Estacionó el auto y lo primero que vió fue una mansión abriéndose paso entre los enormes pinos frondosos que apuntaban hacia el cielo.

Tuvo que pasar una hora en carretera y otra media hora andando sobre terracería, hasta llegar a los portones forjados con singulares letras de un apellido enemigo.

— Identificación.

Un hombre uniformado apareció sobre la ventanilla, alumbrándole con una lámpara y un arma. Entrecerró los sus ojos café mientras esquivaba la mirada al frente.

— No tengo una, pero si le avisa a su jefe que su esperanza está aquí, me dejaran pasar.

Respondió casi aburrido de la misma rutina. Se preguntó cuántas veces tenía que pasar por la misma situación donde era interrogado como un enemigo; no estaba demasiado lejos de la realidad, sin embargo, la situación en la que se encontraba con ése sujeto en especial, era difícil de explicar.

Escuchó al hombre alejarse un par de pasos para hablar en su radio. Un intercambio de palabras más y el tipo volvió para derle su aprobación para pasar.

— El jefe lo espera.

Por supuesto que lo esperaba, si acababan de hablar hace unas horas para fijar el encuentro.

Hope estaba nervioso. Hacía unos meses en que cortó contacto con éste hombre debido a circunstancias que valían la vida o la muerte. No porque sintiera algún tipo de miedo, de escuchar reproches u otro tipo de situación adversa a la que cualquiera apostaría, sino por la incomodidad de encontrarse con la persona a la que alguna vez consideró un amigo cercano.

Estacionó la camioneta y enseguida bajó para acercarse a las puertas dobles, que eran abiertas una vez que subió el último escalón.

— Por aquí, joven.

Ése era Syung, el mayordomo de su ex amigo. El pobre tendría más de cincuenta años ofreciendo su lealtad a la familia Kim.

Después de un recorrido por toda la mansión, se encontró de frente con un jardín encerrado, de lo que parecía ser una caja de cristal. Dentro, se encontraba una fuente artificial que caía sobre un río cristalino donde nadaban plácidamente, algunos peces japonenes de colores blanco, naranja y rojo. Alrededor, decoraban hermosas flores blancas de todo tipo, que influían en el olor suave que caía sobre el ambiente. Si miraba por encima de su cabeza, podía apreciar el cielo estrellado y la luna iluminando su camino. Y si no fuese porque la reunión sería algo incomoda, estaría seguro que era como un encuentro romántico.

— Bienvenido a mi pequeño oasis.

Bajó la vista para encontrar a un hombre vestido con unos pantalones de seda beige y una bata que se abría a la altura del pecho, dejando ver sus descarados pectorales. En una pose digna de un cuadro, se encontraba leyendo lo que parecía ser uno de esos libros sobre psicología.

— Kim Namjoon— Murmuró apuntando con la barbilla, la taza de café humeante. — ¿Tratas de reemplazar el whisky por el café?

El recién nombrado sonrió con diversión, se levantó de su silla acolchada, cerrando el libro para abrir los brazos en toda su extensión, dando alusión a seer parte de una enorme cobija cálida.

Hope dudó por un segundo, pero después se lanzó a los brazos del hombre para acomodar su rostro en el cuello bañado en una fragancia maderosa.

No recordaba cuando fue la última vez en que se dejó embriagar en los brazos de Namjoon. La última vez fue cuando marcó un límite en su amistad y lo abandonó por seguir tras la aprobación de Suga. Un error que pagaría con las constantes noches en vela, agotando su cuerpo en entrenamiento.

THE KING & THE BOSS 【YOONSEOK】 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora