Extra 1: La primera nevada

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Hyunjin se despertó aquella mañana con una sensación de calidez en su corazón que no sabría explicar el porqué. Bueno, quizás sería porque el ser humano más puro y angelical se encontraba a su lado con sus ojitos relajados, sus labios entre abiertos y cabello revuelto y suave a su lado, aún durmiendo.
Y es que, a Hyunjin, solo con eso, le bastaba para que el resto del día entero fuese increíble y que tuviera ganas de vivirlo.

Sonrió con ternura y besó con cuidado uno de los párpados de su querido novio. Hacía un año desde que habían empezado a salir y nunca se cansaría de contemplar su bonito y dulce rostro, o sus ojitos que nunca dejaban de brillar. Los ojos de Jeongin tenían el universo entero en ellos, Hyunjin sentía que no valía la pena ver el cielo por la noche cuando Jeongin tenía aquellas estrellas en sus propios orbes.

Se levantó de su cama con cuidado de no despertar a su novio y lo tapó con la manta de nuevo, se metió en el baño y se dio una ducha templada, el clima de diciembre era poca broma, y ahora aún más porque se avecinaban las épocas de viento, frío y nieve.

Se terminó de enjuagar y se quedó por unos minutos bajo el chorro de agua caliente, estaba demasiado a gusto como para apagar el grifo. Se quedó mirando a un punto fijo de la ducha mientras sentía el agua caer, desde luego no había nada como una ducha caliente por la mañana, sobre todo con ese frío que hacía en la calle.

Pero un ruidito lo sacó de sus cavilaciones y decidió salir de la ducha, ya que seguramente llevaba unos diez minutos embobado. Se rodeó la cadera con una toalla y, después de secarse un poco, salió del baño para ver de qué se había tratado el ruido de antes. 

- Psst, Kkami - escuchó - Ven, ven aquí.

Hyunjin entró a la habitación y se encontró su ropa, que antes había estado doblada sobre su mesa, unos cuántos libros y un estuche en el suelo. Al lado estaba Jeongin con cara de pánico y Kkami, su perrito que adoptó hacía un mes, a su lado un poco confundido.

- P-puedo explicarlo... - miró a su alrededor y finalmente posó sus ojos en el perro - H-ha sido Kkami. - lo señaló, el animal lo miró enseguida.

- ¿Así que Kkami se ha subido a mi mesa y ha tirado todo esto? - rió Hyunjin.

- Si. Eso ha sido lo que ha pasado. - las mejillas del menor comenzaban a arder de la vergüenza.

- Ya veo. - sonrió y caminó hacia el desorden - Pero yo creo que ha sido alguien de una altura más baja que la mía que no ha podido alcanzar su móvil de la estantería de arriba. - se agachó para adaptarse a la altura del menor y lo miró de cerca.

- Pfff - hizo con los labios - Nos sé de qué me hablas. - lo apartó un poco. El más alto tomó el móvil del menor y se lo entregó con un sonrisa.

- Ya. - el mayor se rindió y bañó el rostro del castaño a besos hasta llegar a parar a su comisura.

- Oye oye, ponte algo de ropa ¿no? - lo alejó poniendo sus manos en el pecho ajeno.

- ¿Por qué? ¿No te gusta verme en toalla? - sonrió pícaramente, haciendo del estómago de Jeongin todo un caos de mariposas.

- S-sí pero... ¡Da igual! Tú cámbiate. - hizo un puchero y se dio la vuelta para empezar a hacer la cama.

- No sé por qué te pones nervioso, ya me has visto otras veces así - canturreó abrazando por detrás al menor y hablándole al oído.

Kkami empezó a ladrar y tirar de la toalla del más alto. Hyunjin se apartó y colocó su toalla bien de nuevo.

- ¿Ves? Hasta Kkami quiere que te cubras. - rió el menor.

- Ajá

- Y date prisa si quieres que te seque el pelo.

On track || HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora