Vuelo a New York

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Después de hablar con Cristopher por unos minutos, me sentí tranquila, no obtuve alguna objeción de su parte por mi inesperado cambio, al contrario lo note complacido con mis palabras. Me confesó que los tiquetes de viajes ya están listos para mañana y solo necesitaba algunos de mis datos para la aerolínea.

Sin embargo, hablar con él dejaba de ser mi mayor preocupación, ahora tenía que hablar con mis abuelos sobre mi viaje inesperado y que ese mismo viaje lo realizaría con su adorado Señor Ferrer. Pero para hablar con ellos me tomó casi toda la tarde, ellos se encontraban ocupados con nuevos huéspedes o realizando salidas a los mercadillos y a la plaza central para comprar algunos abarrotes.

Durante sus salidas decidí organizar las maletas, deje por fuera mis utensilios de aseo y la ropa que me pondría en la mañana. Según Cristopher el vuelo saldría a las seis de la mañana, por lo tanto tengo que levantarme a las tres de la mañana, tratar de estar lista en menos de diez minutos y así lograr tomar el avión.

—Hija ¿estás ocupada? —La voz de mi abuela me asusta un poco, dejo la maleta a un lado ya preparada y me d veo como mi abuela se calma al igual que mi abuelo, solo que el rostro de ella se encuentra algo rojo, una clara señal de querer llorar.

—Hemos recibido una llamada de Manhattan, si logramos concertar la cita de mañana allí, nuestras colecciones podrán ser reconocidas en todo Estados Unidos, pero para que eso pase necesito viajar —Les comunico lo necesario, evito la parte obligatoria, pero siento que asi esta bien.

—Por un momento pensé que te ibas por la llegada de tu madre —Las palabras de mi abuela me toman por sorpresa al inicio, sobre todo por su seguridad al hablar sobre ello.

—Mamá es un asunto algo complejo para mí —confieso—, pero se que no puedo estar... huyendo de ella.

Aunque la última vez que nos vimos, sentí que era al revés, que era ella quien huía de mi.

—¿A qué horas viajaras? —Mi abuelo desvía el asunto para volver a lo que en este momento más importa, mi viaje.

—Salgo de aquí en la madrugada, el vuelo está programado para las seis de la mañana.

Por un momento el rostro de mi abuelo cambia, parece concentrado y muy serio.

—¿Viajaras con el Señor Ferrer? —Su pregunta es una mezcla de cautela y afirmación

No pude evitar sentirme extraña con su pregunta, sé que ellos saben algunas cosas de él y confieso que me extraña un poco su cercanía.

—Sí —confirmo algo tímida, casi en un susurro.

Me golpeo mentalmente ¿no entiendo por qué actuó de esa manera cuando me preguntan sobre Cristopher? Debo de dejar de sentirme así, esa extraña mezcla de timidez y culpa, ya no soy una niña.

—Me alegra que sea así hija —Proceso la alegría que proviene de mi abuelo y al entenderlo me congelo ¿acaso escuche bien?—. Confío mucho en él, tengo que ir a agradecerle por su ayuda.

Me siento congelada y fuera de lugar, antes mi abuela se encontraba triste y ahora se encuentra muy feliz y tranquila, al igual que mi abuelo. Mientras lo veo salir suelto la presión que llevaba en mi pecho, busco donde sentarme y allí espero.

Pasan unos segundos, pero mis abuelos no llegan, subo a mi cuarto con un plato de ensalada y algo de jugo de naranja, me acerco a la mesa donde se encuentra mi teléfono cargando y una notificación se ilumina en la pantalla, es un mensaje de Cristopher.

Cristopher:

Tus abuelos no han dejado de darme recomendaciones sobre el viaje y que debo cuidarte.

A Fuego Lento [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora