Mirada fría

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Antes de reunirme con la señora Luz McAdams pasamos por un tienda de lenceria, Melissa no entendía porque, solo le comente que tenia algo que hablar con la vendedora del lugar sobre las últimas prendas que estaban en su tienda, con el propósito de saber que tendencia se estaba manejando, era un excusa algo tonta, pero fue lo único que se me había ocurrido en ese momento; pensar que había sido por un tema de la empresa sonaba muy creíble.

Cuando llegábamos al suntuoso edificio mis manos empezaron a sudar; Melissa parquea frente al edificio de siete pisos, miro la hora y son cerca de las dos de la tarde, tomo aire y salgo de auto.

—Si necesitas algo, no importa lo pequeño que sea me llamas, estaré cerca, voy a buscar un parking —Melissa está tranquila, pero en su rostro se refleja lo que creo expreso en el mio, ansiedad y nervios.

Sonrío apenada y camino hacia la entrada, me acerco al mostrador donde se encuentra una mujer joven, al verme sonríe cordialmente.

—Buenas tardes, busco a la señora McAdams, soy...

No termino de hablar cuando ella le hace una señal a un hombre que no había visto, él me guía por los pasillos hasta llegar a un gran salón, esta algo ajetreado, varias personas caminan de un lado a otro, unas caminan rápido y otras corren tratando de chocar con las demás.

Son muy pocas las veces en las cuales he visto a la señora McAdams, así que trato de buscarlas entre la pequeña multitud, tan pronto como doy con ella noto que a sido ella quien camina hacia mí, su aspecto es delgado, cabello corto con pequeños bucles, color grisáseo y es algunos centímetros más baja que yo; lleva unas tacones stilettos con diseño en animal print; un vestido largo amarillo junto con una bufanda verde, que cubre su cuello y el largo de esta llega a su cintura.

Su mirada es fría, sus irises son tan claros como el hielo; me inspecciona de pies a cabeza, rodea mi cuerpo hasta quedar de nuevo frente a mi.

—Eres una mujer muy hermosa Antonia —sonríe de manera arrogante, se cruza de brazos frente a su pecho—. Sabía que vendrías ¿Cómo fue tu viaje?

—Fue cómodo, gracias por preguntar —me extraña la forma en la cual me trata, en momento parece ser amable, pero esa actitud no dura mucho, no hasta que llega una mujer joven a su lado.

Con solo el tronar de sus dedos las personas se detienen, las miradas varían entre el miedo y el estrés.

—Ya hemos hecho esto antes, no puedo creer la ineptitud de muchos de ustedes —su mirada se dirige a la mujer de antes—. No toleraré este tipo de trabajo, solo tenemos cuatro días y siete pisos que adecuar para el evento; un fallo más y pueden ir buscando un nuevo empleo.

Deja al grupo de trabajo y me toma del brazo, caminamos hasta cruzar una puerta que lleva a un despacho, me suelta, se sienta en la silla de enfrente y me invita a hacer lo mismo.

—He seguido tu trabajo, y no dejo de sorprenderme al ver algunos de tus diseños —toma una tablet de su escritorio y no deja de ver en ella—; te ves muy joven para llevar tal idea en Colombia y a su vez estar desfilando con grandes marcas, me agrada.

¿Debería decir un gracias en este momento? Espero un poco más, siento que aún no termina de hablar.

Me tiende la tableta y la tomo, en ella salgo yo mientras desfilo en la semana de la moda hecha en el mes de septiembre; recuerdo que había trabajado para Lupita Estebez, una nueva diseñadora de calzado femenino que se codeaba con grandes exponentes de esa área; deslice mi dedo hacia el lado y de nuevo aparecía mi rostro, en esa ocasión en el desfile realizado en Milán; un nuevo movimiento y podía ver algunas imágenes sacadas de mi pagina de Instagram donde vestía las prendas de la última colección, prendas hechas por Joaquín y por mi.

A Fuego Lento [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora