Capítulo 25 - Déjame disfrutarte más

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—Conoces perfectamente esa respuesta —respondo escuetamente

—¿Qué está pasando Alejandro? —pregunta Vallolet

—¿Cuándo podemos reunirnos los tres? —pregunta Alejandro  ignorando la pregunta hecha por Vallolet

—Dime que está pasando —exige Vallolet

—Sommer me conoces —dice—, y ahora necesito que confíes en mí, que confíen —Respira profundo—; no podemos hablar aquí, ¿Cuándo y dónde podemos reunirnos? —pregunta mirándome—, debe ser un lugar privado que los tuyos no conozcan.

—En el apartamento de Vallolet esta noche, queda en el ejecutivo, piso diez, a las once de la noche —Le respondo y Vallolet me mira como si estuviese loco—, no me mires así, sabes que confías en él.

—Gracias Dilan —Frunzo el ceño, al ver mi confusión, continua—, por confiar en mí y cuidar de ella y de ellos como si fueran tuyos

—¿Bromeas? Si son nuestros y no solo hablo de nosotros dos, hablo de todos los que estábamos en esta sala, claro obviando a Katiana —digo haciéndolo sonreír y sé que sabe que no es mentira; es que, si se pudiera, esos bebes llevarían muchos apellidos.

Alejandro se retira y Vallolet me mira, sonrío tomándola de la mano, pero ella es más atrevida y se lanza hacia mí, besándome; la tomo del cuello profundizando el beso.

¡Dios! como la extrañé

—Hola —Nos separamos un poco viendo a Alexa—... estamos esperando y nos morimos de hambre.

Salimos y nos encontramos con las chicas, veo a Elisa sosteniendo a Isa en sus brazos, pero no dicen nada, llegamos al parqueadero y nos dividimos en dos autos. Subo en el que conduce Richard con Isabel y Vallolet, cuando entramos al auto abrazo a Isabel y ella se suelta a llorar.

—¿Qué...hace...aquí...con...ella? —pregunta en medio del llanto—, no le importamos...no se acercó a mi Dilan —Aunque quiero decirle lo contrario, me contengo porque primero debo de saber qué es lo que está pasando con Alejandro antes de ilusionar a mi pobre Isa.

—No digas eso, no conocemos sus motivos —hablo tratando de ser razonable

—Y no me interesan, no lo quiero cerca de mí ni mis bebes —Veo a Vallolet quien solo me mira con preocupación.

—Si así lo quieres no permitiré que se te acerque —Le asegura Vallolet y niego con la cabeza.

Logramos calmar a Isabel ante de llegar al restaurante, comemos entre risas recordando la cara de Katiana y la absurda conversación que solo ella se creería. Así uso todo mi autocontrol para compartir a Vallolet por más de dos horas con las chicas, aunque verdaderamente lo que quiero estás con ella a solas.

Terminamos y aprovecho que las chicas suben al auto de Vallolet, entonces jalo a Vallolet al mío, se cierra la puerta, y tomándola del cuello y atraigo a mis labios, se hace intenso por ambas partes, desesperado con ganas de más.

—Te extrañé tanto bonita —digo y vuelvo a besarla—, necesito estar dentro de ti, vamos a tu departamento. —sugiero, pero se separa sonriente.

¿Qué?

—Richard, por favor al departamento de Dilan, urgente —dice sonriendo—. Tu departamento está más cerca que el mío y a mí también me urge tenerte dentro de mí —Sonrío—, no sabes cuánto me has hecho falta, sabes... —No la dejo terminar, cuando la subo a mis piernas volviéndola a besar.

—Llegamos —Escuchamos a Richard, que logra sacarnos de nuestra burbuja.

Bajamos y rápidamente entramos al ascensor, vuelvo a atraerla a mí, besándo suavemente su cuello; tampoco es que quiera dar un espectáculo sexual en el elevador para que alguien disfrute ver lo que le hago, solo ese razonamiento me detiene a hacérselo justo aquí.

Las puertas del ascensor se abren y cuando se cierran, es aviso para que nuestra ropa se vaya por todas partes hasta dar con la sala.

—Estas hermosa bonita —susurro deleitándome en su hermoso cuerpo desnudo—, eres espectacularmente hermosa —La recuesto en el sofá, besándola por su cuello mientras mis manos dan en sus senos; sus pezones se encuentran completamente duros y su suave piel como lo recordaba.

Suelta un pequeño gemido que hace erizar mi piel, bajo besando su pecho hasta sus senos tomando el izquierdo en mi boca y moviendo mi lengua por su pezón haciendo que reaccione con otro gemido.

—Te necesito adentro, no me hagas sufrir, he pasado muchos días deseándote —dice y me sorprende, pero no me detengo.

—Déjame disfrutarte más, he extrañado cada parte de ti.

Sigo jugando con sus senos hasta sentirla poco a poco tensarse, sabiendo que está cerca, bajo a su entrepierna, abro y lamo su clítoris de manera lenta provocando que se retuerza.

Paso dos dedos por su delicada vagina, superficialmente, no demoro en bajar mi lengua al sentir cuan mojada está.

—No voy aguantar mucho

—No tienes que hacerlo bonita —digo volviendo a lamer y al introducir mi lengua en su orificio, se deja venir, entregándome su dulzura.

Cuando termino de absorber, levanto la cabeza viéndola jodidamente perfecta; sin dejar que se recuperarse, me introduzco en ella de golpe haciéndola gemir fuerte.

—No sabes cuánto extrañé esto bonita —Empiezo a moverme rápido y llegando más profundo en ella como a ambos nos gusta.

Haciéndola sentir todo mi deseo por ella y sintiendo todo su deseo por mí.

Sus gemidos son casi gritos y mis estocadas fuertes.

Su cuerpo empieza a tensionarse al igual que el mío y después de unos minutos más, ambos llegamos de manera descomunal y ruidosa al orgasmo.

Nuestro primer asalto nos deja con la respiración entrecortada, pero con ganas de más; de esa manera transcurre nuestra tarde entre sesiones de sexo y susurros cariñosos.

—Bonita, quiero que te vengas a vivir conmigo —Mirándola abrazada a mí, sobre mi cuerpo mientras acaricio su espalda.

—Creí que eso ya lo había hecho

—Entonces, ¿Cuándo traerás tus cosas? —pregunto

—¿Cuáles? —pregunta de vuelta—, porque mi maleta la deje aquí y las del departamento no las puedo mover porque son restos de ropa y cosas de oficina.

—Bueno, ¿cuándo seria eso?

—Cuando tenga tiempo, ahora vamos a darnos un baño que necesitamos salir

—¿A dónde? A penas van a ser la siete de la noche y la cita con Alejandro es a las once.

—¿Por qué me comprometiste con Alejandro? —pregunta fastidiada y sonrío porque no tengo otra mejor cosa que hacer—, debemos irnos ahora para estar desocupados —dice levantándose—, vamos, levanta ese sexy trasero y vamos a la ducha.

Frenesí en la Perla IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora