Capítulo 4

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DEREK:

"La propuesta de valor de NueGene se basa en crear una experiencia en torno al consumo de productos para el cuidado de la piel, e integrarlo en la vida diaria de sus clientes."

—¿Qué? —murmuro para mí.

Es la tercera vez que leo el mismo párrafo, línea por línea, letra a letra y... sigo sin entender un carajo de lo que intenta comunicarme. Ni si quiera sé por qué estoy leyendo esto, tengo mejores cosas que hacer que supervisar el trabajo que Chase puede hacer perfectamente solo.

Frustrado, dejo caer de mala gana la carpeta que ha pasado tanto reto en mis manos que mis dedos protestan con un dolor punzante al haber pasado demasiado tiempo en la misma posición. Me recargo en mi silla, los discos de mi espalda me agradecen el descanso. Hace rato que mis piernas hormiguean y el cuello me duele. Y si hablamos de mi estómago, seguro a mi madre le daría un infarto al saber que no he comido nada más allá de una barra de proteína o bueno, la mitad de una que encontré en la cocina de mi casa antes de salir apresurado. Detesto llegar tarde y hoy casi lo hago. Por fortuna llegue antes que las dos mujeres que están prácticamente compitiendo la una contra la otra por el puesto de asistente personal que realmente no necesito, pero la insistencia de Frederick ha sido tanta que ya no veía por mi comodidad, si no por lo que la empresa necesita que haga para antes o después de que asuma el mando.

Me llevo una mano a la frente haciendo círculos sobre mi piel para ver si eso, milagrosamente mitiga el dolor de cabeza que comienza a aparecer. Es apenas el primer día trabajando a la par de esas mujeres y ya deseo que la respuesta sobre cuál es la mejor de proto se estampe contra la enorme ventana de cristal a mis espaldas para ya no tener que torturarme con ello.

La puerta de mi oficina se abre y una cabeza con cabellos castaños se asoma con una gran sonrisa pintada en los labios y un brillo juguetón en los ojos.

—Ay, no —me quejo—. Ahora me duelen los ojos y los oídos también.

—¡Buenos días, my lord de las sandias! —Chase se invita solo al interior canturreando.

Honestamente, considero pecado que tenga tanta energía siendo tan temprano. Curiosamente, se queda quieto con una o dos tazas de café, con uno que otro tic en el ojo, pero al menos se mantiene quieto y callado.

—Oye, no te conseguí una oficina a dos pisos debajo de la mía para que de todos modos siga viéndote la cara —él ignora mi comentario, camina hasta mi escritorio a pasos danzarines y casi de un salto se sienta en el—. ¡Ah, Sallow! Usa una silla, que para algo las inventaron.

—Alguien amaneció irritable —canturrea.

—Alguien nació irritante —contesto de la misma forma.

No se mueve de donde se ha instalado ni, aunque le pongo la peor cara de fastidio en mi repertorio de ciento diez muecas de fastidio, enojo y desagrado. Su sonrisa solo crece y suelta esa risita de niño travieso que no ha desaparecido con los años como supuse que pasaría. Quizás es porque de los dos, él es el que menos ha madurado.

—¿Qué te tiene tan estresado?

En lugar de contestar, señalo a la pila de carpetas que están a mi lado derecho, perfectamente alineadas con el borde de mi escritorio. Los ojos de Chase se intercambian entre aquellas carpetas y mi rostro varias veces, hace un puchero y se encoge de hombros.

—¿Qué demonios fue eso? —cuestiono.

—Es que, Derek esa no es ni la mitad del trabajo que te he visto hacer —se cruza de brazos al pecho, pero en lugar de parecer serio, me recuerda a un niño fingiendo valentía—. ¿No será por lo de la asistente?

Cupido del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora