Capítulo 27

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ADRIEN PONS: 

Un años y tres meses atrás. Reunión de empresarios.

Me siento en uno de los sofás en la zona cercana a la barra. No me gusta el ron, pero la constante preocupación, que se ha vuelto una mala costumbre en mí, me ínsita a beber algo fuerte.

—Es poco común esa expresión en ti —Frederick Teufel se sienta frente a mí—. Sueles tener mejor cara.

—Podría decir lo mismo de usted.

—Descubrí que Derek tiene una aventura con mi secretaria —se cruza de brazos.

No conozco a su hijo. Con quien se acueste no es de mi incumbencia, sin embargo, la parte creativa de mi cerebro se despierta. Debo estar atento de en qué puedo emplear esta información.

—Debe ser difícil controlar a Mallory desde la distancia, ¿cómo lo haces? —él ajusta su corbata—. Te agradecería un consejo.

—Controlar y vigilar son cosas diferentes. No la controlo, la vigilo —doy un trago al ron—. Tu secretaria es de tus personas de confianza, no veo el problema.

—Malika... ella no ve a Derek con amor —Frederick se respalda en su sofá—. Lo ve como un cajero hecho persona.

—Si me permite decirlo —espero hasta que lo veo asentir—. No se ve como el padre que se preocupa por la vida amorosa de sus hijos.

<<Ni por nada en relación a ellos>>.

—No me gusta que terceros gasten la fortuna que mi padre y yo hemos hecho crecer. A Malika le gusta tener dinero y poder gastarlo, más no sabe cómo cuidarlo.

A Frederick le gusta el poder y la posición que su dinero le da. Y parece tener un lado machista. O, eso es lo que deduzco.

—Ese tipo de mujeres es peligrosa —digo—. Mientras tu hijo le preste atención, no se irá.

Sé que está mal que hable de una dama, en especial de una que no conozco. Pero esto podría ayudar a cierta pelirroja. Y por ella, haría cenizas el mismo infierno. Aunque, no soy quien enciende la llama, soy quien la hace crecer.

—Mallory está jugando a ser una Casamentera. Quizás pueda ayudarte.

Si ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón, ¿qué voy a obtener al ser quien engañe al diablo?

—El problema reside en hacerla regresar—hago círculos con mi vaso, mirando los remolinos que se forman en su interior—. Ahora que no tiene trabajo, quizás sea la falta de dinero lo que la haga volver.

—Según sé, ella no ha querido nada que venga de Roos o de quien tenga relación con los Leblanc —él entrecierra los ojos.

¿Sospecha? No es un problema desviar su atención a otro punto.

—Nunca dije que viniera directo a Roos o a mi —niego—. Admito que sería útil tenerla cerca, es buena para resolver problemas en cuanto se producen.

—Suena como su padre —suelta con nostalgia.

Lo que estoy por decir es un arma de doble filo, pero creo poder lidiar con las consecuencias si estas se llegasen a presentar.

—No tiene idea de cuanto —suspiro—. Sería bueno que llegase a Roos en cuanto ponga un pie en el País. Escuché a al consejo sobre la idea de vender las acciones de Mallory.

—¿Acciones de Roos? —él se remueve en su lugar.

Asiento con la cabeza y veo a Frederick tragar saliva. Algo en su rostro no cuadra con la expresión que esperaba obtener. Noto que... ¿está fingiendo sorpresa?

Cupido del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora