Capítulo 35

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Derek y yo nos dirigimos al área de audiovisual, específicamente a uno de los foros, para supervisar el inicio de un comercial. También para darle la bienvenida a uno de los modelos con los que Rohdiamant comenzará a trabajar.

El silencio en el elevador me taladra los oídos, el aura que emana el cuerpo de Derek agita la mía y la distancia entre nosotros me resulta extraña. Él suelta un gruñido al mismo tiempo que me alejo un paso más. Ha estado lanzándome miradas extrañas, suspiros fuertes y esos bajos gruñidos

Está haciéndome perder la poca paciencia que me queda para usar hoy. Me inclino hacia adelante, presionando el botón que detiene el elevador. Con el mismo impulso me planto frente a Derek quien me mira arqueando una ceja.

<<Christian Grey tenía razón, ¿qué demonios tienen los elevadores?>>.

—¿Tienes algún problema? —me cruzo de brazos.

Mi voz se ha escuchado como un relámpago explotando en miles de astillas un árbol al chocar contra él.

Derek inclina la cabeza hacia un lado.

—No —su voz suena profunda. Él se inclina en mi dirección, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón—. ¿Y tú?

Parece que los roles entre nosotros han cambiado, ahora es él quien me lanza la mirada amenazadora mientras soy yo quien frunce el ceño con molestia.

Suelto un suspiro, dejo caer mis brazos a los lados de mi cuerpo tratando de relajar la tensión que mi estrés causa en mi cuerpo he incluso en mi carácter.

<<Respira y cuenta hasta diez>>. Me digo. <<Cuando eso no funcione, porque sabes que no te funciona, entonces comienza a caminar en círculos para reducir las hormonas del estrés>>.

Mi subconsciente susurra: ¿Y cuándo eso tampoco funcione?

—Sí, es decir, no... —niego—. Tengo que hablarte de lo que pasó en tu departamento —me muevo, inquieta—. No quería...

<<Que eso pasara>>.

—¿Salir huyendo? —me interrumpe—. Es la primea vez que beso a una chica y esta sale huyendo, suelo tener el efecto contrario.

—Ignoraré ese comentario egocéntrico —entrecierro los ojos—. Sinceramente... lo lamento, ¿sí?

<<Esto nos traerá problemas a ambos>>.

Él suelta una carcajada, suena sincera. Niega con la cabeza y busca una de mis manos. Me sorprendo a mí misma encontrando cálida y reconfortante la forma en la que sus dedos se entrelazan con los míos, así que bloqueo la sensación mordiendo con rudeza el interior de mis mejillas.

El sabor metálico de mi sangre no es que me agrade, pero sabe mejor que el sabor de estar traicionando mis ideales.

—No te estaba pidiendo que te disculpes —mantiene la sonrisa—. Pido una explicación. Me dejaste preocupado y confundido.

Bajo la mirada. Tiene razón, ¿por qué me disculpe?

<<Porque en realidad sí querías disculparte con él>>. Ignoro a la voz en mi cabeza.

—¿Es por Adrien Pons? —pregunta, algo en su mirada se ve como si le hiciera daño—. Si es por él...

Parpadeo valorando la posibilidad de mentirle y decirle que sí es por Adrien.

—No, no —doy un paso en su dirección—. Solo, no estoy pensando con claridad últimamente.

Una verdad a medias. En parte, Adrien le ordenaría a Cameron que me parta el cuello por haberlos metido en esto solo para que sea yo la que meta la pata y nos arruine los planes a todos.

Cupido del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora