Capítulo 34

56 7 19
                                    


4 años atrás.

Instalaciones de CBH Entertainment Yongsn-gu. Seúl, corea del sur.

Mis piernas duelen por la rapidez con la que camino. A cada uno de mis pasos voy arrancando con mis manos los folletos pegados en los pasillos.

Los demás se hacen a un lado cuando me ven pasar con la cara de furia que llevo.

A alguien se le ocurrió tomar la fotografía de mi audición, imprimirla en blanco y negro, pegarla a los muros, puertas, espejos y pasillos de toda esta zona. Y no es que me moleste que mi rostro se exhiba, el detalle que sí me enfurece está impregnada en tinta roja sobre él.

Una equis en mi rostro, hecha con una brocha gruesa y pintura del color de la sangre. Esa es la forma coreana de desearle la muerte a una persona.

Si hubiera recibido una copia en privado hubiera reído, arrugado el papel y lo desecharía... Esto es causar problemas, y no estoy en condiciones de estar en ellos.

Al llegar al final del pasillo un suelto un resoplido.

Hay personas a mi alrededor, algunas se ríen, otras murmuran y unas pocas se alejan porque saben que esto causará una enorme ola de problemas y no quieren ahogarse en ella.

—¡Ey! —gritan a mis espaldas.

Al girar tengo unos segundos para alzar las manos en reflejo de protección, la pintura roja me baña. Miro a las chicas que sostienen las cubetas de pinturas.

Me trago las ganas de insultar.

<<No debo causar problemas, no debo causar conflictos>>: Me repito internamente.

La más cercana hace el amague de querer lanzarme su cubeta. Con alivio y pesar veo la mano que la detiene.

—Nunca he golpeado a una mujer y nunca lo haré —su voz produce un eco en el pasillo silencioso—. Pero, para eso he venido con ella.

Con un movimiento de cabeza, apunta a la chica que come una paleta de cereza recargada en la pared con los brazos cruzados al pecho.

A dos años de unirme a la empresa, he conseguido amigos. Eun-ji mi alocada fuente de dulces inagotable, Hiyori nuestra malhumorada chica linda, Mi-suk la valiente, Soyeon la mamá oso con el carácter de un gato arisco y mi favorito:

—Dae-hyung, intento no ser partidaria de la violencia —contesta ella tras sacar la paleta de su boca.

—Hiyo, ellas se metieron con nuestra Red Panda —insiste Dae-hyung soltando la muñeca de una de mis agresoras.

—Cierto... —Hiyori deja caer la paleta al suelo, como en una señal de rebeldía.

No quería involucrarlos en esto... no quería que se metieran en mis problemas, pero supongo que esto es parte de ser el amigo de alguien, ¿no? Compartir los buenos momentos, los malos y los peores.

<<Son unos tontos por arriesgarse a esto... pero son mis tontos>>.

Sonrió discretamente.

Dae se acerca a mí, me mira de pies a cabeza. Me hace abrazarme a mí misma cuando noto el músculo de su mandíbula tensa por el enojo. Suelta una inhalación larga a la vez que se quita su sudadera y me la pone alrededor de los hombros.

—Admito que siempre quise hacer esto —susurra cerca de mí.

—¿El qué cosa? —cuestiono nerviosa.

Se atreve a guiñarme un ojo con una de sus sonrisas coquetas. Su oscuro cabello tapa sus ojos al inclinarse para cargarme como una princesa. Sin tiempo de objetar, lo único que me queda es rodear su cuello con mis manos y enterrar la cara en su cuello.

Cupido del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora