Capitulo 43

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PABLO

Consuelo y yo ya habíamos llegado a Seattle. Tan pronto como pisé ese suelo, sentí algo familiar. Como si algo me dijera que mi lugar estaba ahí.

Fuimos al hotel y después de dejar las cosas ahí, llevé a la rubia al departamento donde solucionaría la situación con el trabajo y me fui a la casa de Pili. Lo bueno es que vivía en nuestra antigua casa, la cual había comprado mi padre para nosotros, en la que Pili se mudo después de que se caso con Tomás. Toqué el timbre y Pili abrió la puerta.

-¿Quién es? ¿Pablo? - parecía muy sorprendida.

-¿No me abrazas? - sonrió y me abrazó fuerte.

-Adelante, entramos y nos sentamos en el sofá- ¡Que sorpresa! Pero, ¿qué haces aquí?

-Consuelo y yo nos vamos a casar y decidimos venir a vivir aquí.

-¡Esto es genial! Siempre podré tener a mi hermano pequeño cerca - dijo abrazándome. - Sabes, pensé que nunca volverías aquí. Sé que tienes cierto trauma.

-¿Trauma? - fruncí el ceño.

-Oh, por Ma...

-No digas ese nombre - digo interrumpiéndola. - No tengo ningún trauma. Amo a Consuelo y todo lo que sucedió en el pasado debe estar en el pasado.

-¿Puedo serte honesta? - asentí- Extraño a mi amiga. Sé que la odias ahora y amas a Consuelo, pero si tuviera la oportunidad de verla solo una vez, querría verla.

-¿Qué tal si dejamos de hablar de gente desagradable?- cerró la cremallera sobre su boca. -¿Y dónde está Tomás?

-Trabajando en la oficina. ¿Por qué no vas a verlo? Realmente necesito salir con Mia para arreglar algunas cosas para nuestra cena.

-¿Cena?

-Sí. Mañana por la noche. Tú y Consuelo van a venir, ¿no es así?

-Pero claro- sonreí.

-Bueno, tengo que irme. ¡Les haré saber a Mía y Manuel que te mudaste aquí! Estarán muy felices- se despidió y me fui a la oficina. Entré sin llamar,

Tomas estaba firmando unos papeles.

-Mira, un empresario en acción - dije emocionado.

- ¡No puedo creerlo! - sonrió y se acercó a mí. Me abrazó fuerte. --¿Que haces aquí?

-Me caso con Consuelo y nos mudamos aquí.

-Esta es la mejor noticia que podría recibir- dijo emocionado- Ya era hora de que vinieras. Sólo faltaría que venga...

-¿Quién?

-Mejor no mencionar ese nombre en tu presencia.

-Tomi, hay agua debajo del puente.

-Sí. Sabemos que la odias. ¿Y cómo se siente volver aquí?

-Me siento como en casa- sonrío.

Hablamos durante mucho tiempo. Después, decidí volver al hotel. De camino allí, noté una floristería que parecía que acababa de abrir.

Decidí ir a comprar un ramo de flores para Consuelo. Tan pronto como entré, me encontré con un niño que venía corriendo hacia mí. Lo sostuve para que no se cayera mientras se reía de la situación. Le sonreí y él me devolvió la sonrisa. Sentí algo extraño en este chico, pero decidí dejarlo ir.

-Hola, ¿cómo te llamas? - hablé gentilmente.

-Bautista. ¿Has venido a comprar flores?

-Sí, ¿sabes quién puede atenderme?

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