Capítulo 7

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CHRIS.

Cuándo volví a casa con Cascarrabias en brazos, el gato al que Daniela había bautizado con el nombre de Miau, me encontré a mi madre en el salón, sentada en uno de los sofás con una copa de vino en la mano. Estaba de espaldas a mí. Dejé al gato en el suelo y corrió a acurrucarse en el sofá.

—Hola, madre.

—Te he visto hace un rato con esa chica rubia.

—No es asunto tuyo lo que haga o deje de hacer con ellas.

—Solo espero que no te hayas olvidado de lo que pasó. El que olvida la historia, está condenado a repetirla.

Le dediqué una mirada fría mientras le daba el último sorbo a su copa. Subí a mi habitación y observé la pared cubierta con fotos que le había estado haciendo a Daniela. Cogí una y la analicé atentamente. Cada detalle suyo; como se movía su pelo con el viento, como se le estiraban las comisuras y como se le achinaban los ojos al sonreír. Toda ella era perfecta.

El silencio de la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora