Capítulo 26

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DANIELA

Después de que se llevaran a Dylan y el abogado hablara con sus padres, volvimos al coche y fuimos a otro edificio. Este tenía un patio al lado, con una cancha de básquet y rejas alrededor. El edificio era viejo y estaba a las afueras de la ciudad.

—Quédate aquí, enseguida volvemos—. Me pidió Tathania bajando del coche.

Ella siempre tenía una sonrisa en sus labios, a diferencia de su marido, aunque, desde que nos habíamos ido del pueblo, su sonrisa lucía más forzada. Como si sonriera por mí. Porque, cuándo se daba la vuelta o creía que no la veía, su cara cambiaba a una mueca triste pero disimulada.

Asentí y observé cómo se alejaban del parking para entrar al edificio.

Esperé. Cinco, diez, veinte, treinta minutos, hasta que llegó a la hora. No podía quedarme más tiempo ahí sentada, metida dentro del coche y con una sola pregunta sin responder. Me desabroché el cinturón, abrí la puerta y bajé. Fui hacia la puerta del edificio y entré.

En ese preciso momento, Tathania y Demeter salían.

—Daniela—. Dijo Demeter en tono serio.

—Yo... iba a buscarlos.

—No debiste salir del coche.

—Lo siento.

—Tranquila—. Dijo esta vez Tathania, y miró a su marido significativamente. —Vayamos al coche para ir a casa.

Me tragué las ganas de preguntarles que habían ido a hacer y asentí. Entré al coche con ellos y Demeter aceleró adentrándose de nuevo en la carretera.

Él parecía estar tenso, mientras que Tathania intentaba tranquilizarlo poniendo una mano sobre la suya en el cambio de marchas. Se pusieron a hablar entre ellos como si yo no estuviera ahí. Hablaban muy bajo, por lo que apenas podía oír lo que decían. Me puse los auriculares y los conecté al móvil para ponerme algo de música. Al cabo de cinco minutos ya me había quedado dormida.

El silencio de la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora