Capítulo 23

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Por la tarde del siguiente día, por fin hicieron acto de aparición el señor y la señora Morgan. Les conté todo lo que había sucedido con Dylan, y la llamada de Chris. Inmediatamente, y a pesar de que yo no entendía lo último, supieron que hacer; Me pidieron que recogiera todas mis cosas y, una vez ya estaba todo, bajamos los tres al coche. También llevaban sus propias maletas.

Durante todo el trayecto ninguno de nosotros dijo ni una palabra. Solo se oían los coches que pasaban a nuestro lado, y si no, las ruedas del propio coche. No quise preguntar a dónde íbamos, confiaba en ellos.

Deméter parecía entre enfurecido y tenso. Se le marcaban las venas de los brazos por sujetar con demasiada fuerza el volante. Tathania, a su lado, parecía nerviosa. Es por eso, supongo, que su marido le puso la mano en el muslo, provocando que esta dejara de moverla de manera inquieta. Se dedicaron una mirada que no duró mucho y se sonrieron para darse ánimos, aunque después siguieron con sus mismas expresiones de antes. Yo estaba sentada y muy quieta en los asientos de detrás, observando sus caras de perfil. De vez en cuándo miraba por la ventana. El cielo estaba gris, sin un rayo de sol.

El silencio de la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora