Capítulo 30

2 1 0
                                    

DANIELA.

En cuando vi al peli negro saliendo por la puerta acompañado de un guardia, todas mis alarmas se encendieron de inmediato. Me tensé, pero lo disimulé lo mejor que pude.

Él se había quedado paralizado al verme. No dio un paso hasta que el guardia lo obligó a caminar.

"Joder, ¿como hemos llegado a esto?".

Se sentó delante de mi y sentí lástima por él. Sus manos estaban esposadas sobre la mesa. No pude evitar bajar la mirada a ellas, después observé su vestimenta naranja, sucia y con un número marcado en negro arriba en la zona del corazón.

—Daniela. ¿Que haces tú aquí?—. Pareció sorprendido y algo triste.

Mantuve mi mirada frívola, porque, por mas que quisiera, no podía verlo de otra manera.

—Necesito que me cuentes todo.

—Daniela.

—Porfavor.

La duda se veía claramente en sus ojos. Cogió una bocanada de aire y miro sus manos.

—Ya sabes todo lo que tienes que saber.

—¿Que pasó? ¿Como lo mataste?

—Como se mata a una persona, Daniela. Y tu ya lo viste, estabas ahí—. No entendí a lo que se refería, y el tampoco insistió.

—¿Sentiste placer?

Me miró, pensándose muy bien cada una de sus palabras.

—Sí. Lo sentí—. No dije nada, solo sentí alivio, pero, ¿alivio de que? —Lo volvería a hacer si tuviera la oportunidad—. Y entonces me dieron unas ganas de vomitar horribles.

Me quede un rato mas allí, mirándolo, mirándonos en silencio. Hasta que se acabó el tiempo y se lo llevaron.

—Adiós, Dylan.

—Hasta siempre, belleza.

Cuando se fue del todo, colgué el telefonillo y salí de ahí tan rápido como pude.

Al sentir el viento chocar con mi cara, una paz increíble me llenó todo por dentro. Miré mi bolso, dudé un momento, luego saqué una cajita de color rosa con purpurina, la miré y al abrirla me llevé uno de los cigarros liados a la boca. Lo encendí y me senté en el bordillo de la carretera a fumar. Estaba sola, nadie más había ahí.

El silencio de la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora