Capitulo 11

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31 de Octubre.

Después de clases, como cada día, me adentré en el bosque para ir hacía mi casa, pero, justo mientras pasaba por delante del río, pude ver a un chico con una sudadera gris, y la capucha puesta cubriendole la mitad de la cara. Estaba de perfil al lado de la orilla. Sujetaba un cuchillo, del cual su hoja derramaba sangre; la misma que manchaba sus manos de rojo. A su lado había otro chico, con una sudadera negra, también encapuchado sin que se le viera la cara. Me agaché un poco detrás de unos arbustos sin dejar de ver. El de la sudadera negra le quitó el cuchillo al otro con mucho cuidado. Entonces me percaté de que entre ellos yacía un cuerpo sobre el suelo. No había sido un animal lo que acababan de asesinar, sino a un ser humano. Tuve que taparme la boca con una mano y no emitir ningún ruido. Deseaba acercarme más y averiguar quién era el muerto, pero no podía; el miedo le ganaba a la voluntad. Intenté retroceder un poco y esconderme mejor. Error. Mi pie cayó sobre una rama, la cual se partió en dos, y un gemido en sorpresa se escapó de mis labios. Ambos giraron a la vez sus cabezas en mi dirección. No estaba segura de si me habían visto, ya que las lágrimas ya habían comenzado a nublar todo mi campo visual. No tenía intención de moverme ni un poco más, pero, cuándo me percaté de que el de la sudadera gris se acercaba, me puse en pie sin pensarlo y corrí lo más rápido y lejos que pude. Escuchaba como me perseguía por detrás. En ese momento quería girarme, darme la vuelta y verle la cara. Necesitaba saber quién era, pero un segundo después de hacerlo, me golpeé la cabeza contra un árbol y caí al suelo. Todo se volvió oscuro y silencioso; solo escuchaba un pitido muy agudo en mis oídos.

El silencio de la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora