Capítulo 20.

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12 de Julio.

Desperté, si en alguna vez había llegado a dormirme.

Realmente, agradecía a Sonia haberse puesto a mi lado después de lo que vi anoche. Aunque, no sé porque me afectó. Yo por él, no siento nada, ¿verdad?

Sí, por él.

¿Quién iba a ser? Jesús.

Le encontré comiéndose, literalmente, los labios de otra chica, y poco le faltaba para seguir. Al verles por primera vez, sin saber quienes eran, mi mente pensó: consíganse un hotel. Pero, al fijarme mejor, me di cuenta de que era Jesús, y la otra, cómo no, una de las plásticas, malas de ver, o cómo queráis decirles.

Tal vez él pensaba que no les vería, tal vez, pero pensaba mal.

¿Por qué me afectó? Repito que no lo sabía. Pero, supongo que recordando aquellos besos, en los que apostaba para besarme, o por aquella vez que me dijo que lucharía para poderme besar sin que fuera un extraño juego de los suyos, me afectó.

Y me jodió tanto que me afectara. Nunca antes había dejado que un chico fuera el dueño de mis lágrimas pero a la vez de mis mejores sonrisas. ¿Irónico verdad? Pero, era así.

Decidí despejarme, así que me levanté de la cama, me miré al espejo, pero al instante me arrepentí. Estaba asquerosa. Llevaba unas ojeras que me llegaban al suelo, por no hablar de cómo tenía los ojos, y mi cabello desordenado.

Me peiné, y llamé a Sonia para que me ayudara a encontrar maquillaje para poder verme mejor. Nunca había sido mucho de ir pintada, pero, esa vez, era una urgencia.

Hizo su magia conmigo, me abrazó, y forcé mi mejor sonrisa.

Me dirigí al armario para vestirme, me puse ropa para sentirme cómoda conmigo, pero a la vez verme bien. 

Cogí mi móvil y revisé mis mensajes.

*WhatsApp*

*Conversación: Jesús*

Jesusiano: tenemos que quedar

_____: ¿Ahora sí, no?

Jesusiano: Cómo que ahora sí?

_____: Nada, déjalo

Jesusiano: ey, q te pasa

_____: que nada.

Jesusiano: Abre la puerta de la casa y no me obligues a abrirla.

Mierda.

Estúpido Jesús.

¿Qué narices hacía?

Me dirigí hacia ahí, y abrí. Le veía capaz de forzar la puerta.

Y, le ví, delante de mis narices.

Él chico que fue, y que sigue siendo mi ídolo, aunque ya no le vea cómo es. Él que hace acelerar mi respiración con sólo hacer contacto con sus ojos. El que con una sonrisa me transporta a otro mundo. El que su voz es música para mis oídos.

Bien, ¿dejé claro ya quien era?

Pero, recuerda, _____, estabas enfadada con él. ¿Lo estaba?

Pareció notar mi desconexión, y me abrazó. 

Le seguí el abrazo.

SÍ, YO TAMBIÉN QUISE MATARME.

Me agarré más a él, contuve todas mis fuerzas para no llorar, pero fallé. Intenté quitármelas sin que se diera cuenta, pero era tarde. Me había pillado.

Enamorado de la fan. (Gemeliers) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora