KAZ BREKKER HABÍA TENIDO UNA VIDA MUY LARGA, en pocos años.
Era un joven en el Barril y aún así sentía que su edad realmente no representaba sus vivencias, y las recordaba, todas y cada una, dolor que había emanado de sus peores momentos y unos cuántos que guardaba como buenos, muy pocos, a decir verdad, su historia podía contarse sola y literalmente lo hacía con los rumores que recorrían las calles de Ketterdam con respecto a su nombre y título.
El bastardo del Barril, Manos Sucias, el rey mortal de las ratas, emisario de la muerte, sus experiencias más fatales eran el respaldo que tenía para que nadie se metiera con él, aún así había jugadores que creían que podían vencerlo, todos y cada uno de ellos habían terminado mal, por la arrogancia de creer que podían enfrentarse a él, ciertamente recordaba vagamente a aquellos que se le habían calado más allá de la piel, Pekka Rollins, por supuesto, ese que le había arrebatado todo, los responsables de su cojera, una que otra cucaracha difícil de aplastar y finalmente estaba Emerald Boer.