—BRILLANTE. —murmuró su tío y Mera pudo ver entre sus anteojos falsos de erudito la alegría que se refleja en ellos, estaba completamente encantado con su nueva noticia, casi extasiado, la miraba con orgullo, especialmente desde que le narró con detalle como logró que Per Haskell obligara a Brekker a ser su maestro —Simplemente brillante. — repitió y era como la tercera vez que lo decía.
En su última reunión, la rubia había salido de ahí furiosa, sintiendo que su estómago simplemente se revolvía por la manera en que le había insinuado acercarse a su objetivo, pero ahora estaba ahí reportando con toda la confianza de que sí la había subestimado, y no necesitaba liarse con su peor enemigo para conseguir sus objetivos, era mucho más capaz que eso, podía obtener toda la información que deseaba con tan solo su ingenio.
Y ahora, ahora tenía a Kaz justo donde lo quería, no había podido esperar ni un día para contactar a el León Moneda cuando ya estaba entrando a la biblioteca cerca del amanecer justo cuando la abrían con tal de relatarle absolutamente todo su progreso contando con que una vez que terminaran aquella reunión tendría su primera lección, parte de ella estaba emocionada, en el buen sentido, por cualquier extraña razón.