Anna se levantó aquel día llena de energía. Cosa que raramente pasaba por su costumbre de estar despierta hasta altas horas de la madrugada. Se vistió y cogió la funda de sus gafas junto con otras cosas que iba a necesitar aquella mañana. Esta vez no se molestó en coger una chaqueta, ya que la temperatura cada vez era más cálida. Con su pantalón vaquero, sus botas negras y su camiseta del mismo color estaba más que lista.
"Poppy, acuérdate de bajar a comprar, por favor. No queda leche ni pan", dijo alzando un poco su voz antes de salir de casa.
Desde fuera pudo escuchar la contestación de su amiga y compañera de piso. Poppy y Anna se habían conocido en el campus de la universidad. Ambas estaban perdidas en su primer día, y de poco sirvió encontrarse ya que cada una cursaba una carrera diferente.
Poppy se licenció en arquitectura, y a día de hoy ejercía de ello en una empresa que parecía prosperar cada día. Anna sin embargo estudió Historia del Arte, pero su suerte fue algo más desgraciada.
Al salir de la universidad y no encontrar un puesto de trabajo relacionado con lo que había estudiado, Anna realizó un curso de doce meses de gestión y administración de empresas (cosa que odió). Al menos eso le sirvió para encontrar un trabajo.
A sus 26 años, Anna trabajaba como recepcionista en una productora de cine. No era algo que odiase, pero tampoco adoraba.
"Anna, por favor, trae un par de cafés con leche para nuestros invitados", dijo su jefe mostrando sus dientes con una sonrisa. Ella asintió y salió de la sala para ir a buscar aquellas bebidas.
Su pelo corto, liso y negro se movía con cada paso que daba, acariciando ligeramente sus hombros. La chica se paró frente a la cafetera y preparó las bebidas tal y como le habían dicho. En el camino de vuelta a la sala saludó a un par de personas.
"Me temo que la mejor solución para esta sucursal es que una más grande la absorba. Los dos sabemos que estamos perdiendo dinero cada mes, tanto que ya no es viable seguir manteniendo esto".
"¿Y qué pasará con todos los trabajadores?", preguntó el hombre trajeado a su superior que estaba sentado frente a él.
"Todos pasarán a trabajar en la productora que decida absorber este negocio. Tanto ellos como tú tendréis un futuro asegurado, pero necesitamos algo con más solvencia económica".
Anna vio como los dos hombres apretaban sus manos cerrando un trato. Un trato que significaba el fin de su carrera laboral tal y como la había conocido durante los últimos siete meses.
"Intentemos que esta noticia quede entre nosotros, ¿vale?", preguntó su jefe acercándose a ella una vez el otro hombre ya se había ido. "Yo mismo me encargaré de dar la noticia a los demás".
Anna simplemente asintió y abandonó la sala para continuar con las demás tareas que tenía esa mañana. Se sentó frente a su escritorio y comenzó a trabajar.
Su mente no podía parar de dar vueltas alrededor de aquella noticia, pero por otra parte estaba tranquila al saber que no habría despidos. Con todo lo que le había costado conseguir un trabajo estable lo que menos quería era perderlo de un día a otro.
Cuando ya quedaban pocos minutos para la hora de comer su móvil personal sonó en su bolsillo. Anna lo sacó y descolgó la llamada, después sujetó el aparato con su hombro para poder seguir escribiendo.
"Ey, Anna-rquista", dijo Harry a través del móvil. La pelinegra solo sonrió ligeramente al escuchar la nueva invención de su hermano, que cada vez que la llamaba la sorprendía con un juego de palabras sobre su nombre.
"Hola, Harry", contestó ella.
"¿Te parece bien si la semana que viene voy a visitarte?", preguntó el joven. "Necesito un respiro de Vermont".
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𝐟𝐨𝐫 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐥𝐨𝐯𝐞 » 𝐣𝐚𝐦𝐞𝐬 𝐛𝐚𝐫𝐧𝐞𝐬
Fanfiction𝙚𝙣 𝙡𝙖 𝙦𝙪𝙚 𝙪𝙣 𝙥𝙧𝙤𝙙𝙪𝙘𝙩𝙤𝙧 𝙙𝙚 𝙘𝙞𝙣𝙚 𝙨𝙚 𝙚𝙣𝙖𝙢𝙤𝙧𝙖 𝙥𝙚𝙧𝙙𝙞𝙙𝙖𝙢𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙙𝙚 𝙨𝙪 𝙣𝙪𝙚𝙫𝙖 𝙨𝙚𝙘𝙧𝙚𝙩𝙖𝙧𝙞𝙖. "no quiero tu simpatía, pero es que no sabes lo que me haces.... oh, anna". "no creo que esto sea apropiad...