capítulo 10

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10

James dudó porque no sabía que debía hacer. Al final buscó en la información de los trabajadores para encontrar el número de teléfono de Anna, cosa que sabía que no debería hacer, pero quería devolverle las gafas antes de que pensase que las había perdido.

"¿Anna?", preguntó después de escuchar la línea sonar varias veces.

"¿Quién es?", respondió ella.

"James. He visto tus gafas en el despacho antes de salir, supongo que las dejaste olvidadas".

Barnes escuchó de fondo un suspiro. Segundos después la escuchó hablar entre dientes. "Qué desastre... Si me dice algún sitio en concreto mañana mismo iré a por ellas".

"Puedo pasar por tu casa y dártelas, aún no he salido del trabajo", dijo James.

"Si me hace ese favor... Le escribo mi dirección por mensaje. Gracias, Sr. Barnes", contestó ella.

James colgó el teléfono un poco extrañado. Primero, por lo fácil que había accedido teniendo en cuenta que siempre daba mil vueltas porque no le gustaba sentir que molestaba. Segundo, por el tono de su voz. Pero James tampoco la conocía tanto como para darse cuenta de que estaba mal solo por una llamada.

A los segundos un mensaje apareció en su móvil y se puso en marcha. No tardó demasiado en llegar a la dirección que le había dado, así que bajó de su coche deportivo negro y subió hasta el piso.

Llamó un par de veces a la puerta y al momento Anna abrió la puerta. Sus ojos marrones conectaron al instante con la mano del castaño que llevaba sus gafas doradas.

"Muchas gracias", dijo cogiendo el objeto de sus dedos y poniendo una pequeña sonrisa. "Creo que no pierdo la cabeza porque la tengo pegada al cuello", añadió con humor, intentando ocultar como se sentía en realidad.

James hizo una mueca de amabilidad, dándose cuenta de que tenía razón. "¿Estás bien?", preguntó al ver el repentino cambio de actitud que había tenido Anna desde que salió del edificio hasta que llegó a casa.

"Estoy bien", contestó ella bajando la vista de sus ojos, dándole después una sonrisa para apoyar sus palabras. "Ha sido un día largo, solo necesito descansar".

James asintió pero no creyó ni una de las cosas que había dicho. La mano del castaño cogió la de la chica y la apretó suavemente, notando como esta vez no había ninguno de sus anillos característicos. "Espero que solo sea eso", contestó. Anna apretó su mano de nuevo a modo de respuesta. "Descansa Anna, te veré el lunes", añadió ante el silencio de la chica.

"Gracias James", dijo ella cerrando la puerta de nuevo.

Barnes se dio la vuelta para marcharse a su casa. Durante el camino a casa no pudo quitarse de la mente la imagen de la chica. Cómo sus ojos parecían mil veces más cansados que de costumbre, y como su sonrisa ni si quiera se parecía a la que normalmente tenía.

Aquella noche Barnes la dedicó a pensar en mil cosas, y cuando se cansó de pensar, buscó información sobre las obras de Miguel Ángel. Solo para saber si era cierto que solo una de sus esculturas fue firmada.

Anna soltó las gafas en la mesa del salón y después se sentó junto a Poppy, en la misma posición en que estaba cuando James llegó. Los brazos de la pelirroja se aferraron al cuerpo de su amiga, abrazándola.

"No entiendo por qué sigues buscando razones para seguir adelante con esto", dijo Poppy con un tono suave. Sabía que tenía que hacer que su amiga abriese los ojos, pero no podía confundir la sinceridad con crueldad.

𝐟𝐨𝐫 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐥𝐨𝐯𝐞 » 𝐣𝐚𝐦𝐞𝐬 𝐛𝐚𝐫𝐧𝐞𝐬Where stories live. Discover now