Capítulo 16. Y pa' serte sincero, yo ya no me espero...

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— No lo puedo creer — formuló Masaru mirando al vacío.

Inko se encontraba abrazando a su pequeño a la vez que lloraba, Izuku le pasaba las manos por la espalda y le susurraba que estaba bien, que ya no llorara.

— Katsuki — Mitsuki miró a su hijo con enfado. — Como pudiste dejar a Izuku solo durante un mes ¡debiste ponerte en su lugar! eres un estúpido.

Katsuki agacho la cabeza y recargó sus codos en sus piernas, su madre tenía razón, había sido un completo estúpido.

— Lo sé, sé que fui un estúpido, no hay excusas.

— Por supuesto que no las hay mocoso tonto, dejaste solo a quien dices amas tanto, si lo amaras en verdad no lo hubieses dejado — siseo la peliceniza, su hijo fue un imbécil. — ¿De verdad lo amas como dices?

— Por supuesto que sí — afirmó Katsuki levantando su mirada y poniéndose de pie. — Lo amo con toda la existencia de mi ser.

— Y porque...

— ¡Porque ya lo dije, fui un estúpido, un imbécil que dejó que el enojo gobernará sobre el amor que siento por Izuku!

Inko con todas su fuerzas se levantó y tomó a Katsuki por la espalda, lo cual hizo que el cenizo volteara a mirarla.

— Ambos fueron muy estúpidos por no confiar el uno en el otro — mencionó la mujer calmando sus sollozos. — Pero como mencionaste anteriormente conmigo, no fue culpa ni de Izuku ni tuya, solo de ese abusador.

Katsuki se tranquilizo y asintió a la peliverde, respiro profundo y nuevamente se sentó en el sofá.

— Haré unas llamadas, esto no se puede quedar así — Masaru se retiró de la sala y se dirigió a la cocina mientras sacaba su celular de su bolsillo.

— Aún así sigo enojada contigo Katsuki — emitió Mitsuki con sus brazos cruzados. — No debiste dejar a Izuku.

Izuku por extraño que parezca, no soltó ninguna lágrima, mientras les había contado, ni una gota salió de sus ojos, lo cual agradeció internamente, ya había llorado mucho, no dejaría que el recuerdo una vez más le atormentara.

— Izuku debe ir a terapia — comentó Katsuki haciendo que ambas madres lo miraran.

— Por supuesto que irá, iremos todos — mencionó Inko con una ligera sonrisa.

El resto del día se paso entre llamadas que Masaru estuvo realizando, Inko se ofreció en realizar la comida, lo cual Mitsuki accedió con la condición que le dejase ayudarle, la peliverde le dijo que si, después de todo era su cocina, ocuparía ayud...

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El resto del día se paso entre llamadas que Masaru estuvo realizando, Inko se ofreció en realizar la comida, lo cual Mitsuki accedió con la condición que le dejase ayudarle, la peliverde le dijo que si, después de todo era su cocina, ocuparía ayuda para saber donde se encontraban los ingredientes, quería preparar la comida favorita de su pequeño.

Izuku y Katsuki subieron a la habitación del último, solo para descansar un poco en la poderosísima cama del Rayo McQueen, por suerte la tormenta se calmó y sólo caía una lluvia calmada. Ambos estaban recostados en la cama.

Si tú quieres ir a 1000 yo estoy en 999...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora