Alice: He visto…
Edward le dió un codazo en las costillas que ella esquivó limpiamente. Íbamos hacia nuestros autos al salir de clases. Sara estaba junto a mi en silencio, mirando raro a Alice.
Alice: Está bien. Es Edward el que quiere que lo haga, pero intuyo que te encontrarás en más dificultades si soy yo quien te da la sorpresa.
Sara y yo los miramos sin entender a qué se refería Alice.
Sara: ¿Y si lo dices en cristiano? Porque no te entendemos.
Alice: Van… bueno, todos nosotros vamos a tener una fiesta de graduación. Nada del otro mundo ni que deba preocuparte en lo más mínimo, pero he visto que te iba a dar un ataque si intentaba hacer una fiesta sorpresa. Y Edward dijo que debía decírtelo, pero no será nada, te lo prometo.
Sara: ¡Genial! Sé que les molesta el olor pero… ¿Puedo invitar a los chicos? Ya sabes, a Jake, Quil y Embry.
Laura: Viendo que Sara está emocionada, iré.
Alice: ¡Así me gusta! Y está bien, pueden ir. A propósito, me encantan mis regalos. No debiste haberte molestado.
Laura: Genial, ya se arruinó la sorpresa. Aunque debí esperarlo. Pero no pienses en el regalo de Edward. Se que lo viste.
Alice: Lo prometo.
Edward: No tienes que darme un regalo.
Laura: No discutas, no servirá de nada.
Nosotras nos reímos y Edward me miró con fingida indignación. Seguimos así hasta que llegamos a los autos. Me despedí de Edward y Alice y me subí con Sara al auto.
Sara: ¿Estás bien?
Laura: Si, ¿Por qué?
Sara: La graduación es en exactamente una semana, y dígamos que escuché tu conversación con Edward anoche.
Laura: Te preguntas si me estoy arrepintiendo.
Sara: Sabes que estoy contigo en todo, te apoyo. Pero me preocupa que hayas decidido que te transformarán tan pronto porque tienes miedo.
Laura: Si, tengo miedo. ¡Dios! Estoy aterrada. Pero cuando tomé está desición, la tomé pensando en el futuro, un futuro que quiero al lado de Edward. No tomé está decisión por miedo, la tomé por amor.
Sara: Bien, me basta con eso. Ahora dime qué le vas a regalar a Alice y a Edward.
Laura: Son un par de cosas. En primera: unas entradas para un concierto de Tacoma, Edward dijo que era un buen CD y pensé que era buena idea. Además voy a darle a Alice un collar, lo compré cuando salímos de compras todas juntas. Y a Edward voy a darle un disco de vinilo de Mozart que encontré en una tienda de música clásica. Y no preguntes por tu regalo, no voy a decirte que es.
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Reflejos de Luna
Hayran KurguDefinitivamente ser perseguida por, al menos, un vampiro demente se había vuelto una tradición. Solo que en este caso eran dos, y una era mí propia hermana. Sin embargo, esto no era lo único que me mantenía despierta por la noche. La enemistad de lo...