Capítulo 3: Habitación especial

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Meg

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Meg

Todos ellos deben ser destruidos me dice Zelinda, si no lo haces no te gustará lo que te espera. No solo te encerrare. su advertencia hace que mis miembros tiemblen, hace frio, estoy húmeda por el agua que acaba de disparar con una manguera a presión. Mi piel duele.

El agua funcionó como latigazos que dejaron mi cuerpo adolorido.

¿Quieres aprender a leer?

Si murmuro, se lo he pedido siempre. Aun no puedo leer mi cuento por mi cuenta. No hay nadie para que lo lea.

—Ya sabes lo que tienes que hacer.

Con lágrimas en mis ojos y dolor en mi cuerpo, me levanto del suelo y me pongo en posición. Tengo que ganarme las cosas.

—Si acabas con todos, no solo aprenderás a leer ese cuento. Aprenderás todo lo que quieres aprender, solo deberás pedirlo.

Acabar con todos los hombres en la habitación me otorgo clases de escritura. Y aprendí a leer mi cuento.

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Al girarme, no espere encontrarme con un hombre apuesto. Demasiado apuesto para su propio bien, gritaba sexo duro y peligro por todos lados, su pecho estaba marcado por músculos, y por tatuajes que se entrelazaban entre sí, formando intricadas figuras tribales, entre esas figuras se visualizaba una víbora cerca de su corazón como si estuviera en el preciso instante de un ataque, capturado perfectamente por la tinta impregnada en su piel bronceada.

Sus brazos estaban libres de tatuajes, pero al igual que su pecho estaban marcados por los musculos fruto de un arduo trabajo en un gimnasio, horas de entrenamiento y sudor rodando por su cuerpo. Con la respiración agitada, su pecho subiendo y bajando en consecuencia.

Tenía el conocimiento de su aspecto, pero la imagen no le hace justicia a todo su ser. Se que es tan peligroso e inteligente que, aunque se lo intente vincular con un par de delitos, nadie puede probar su participación. Solo pasan a ser rumores infundados. Para el mundo es solo un millonario que heredo el negocio familiar. Autos. Vende autos. Por millones.

Pero lastimosamente está bajo la mira de quienes me detuvieron. Personas que me encerraron por meses en un pequeño cuarto, en el cual trataba de sobrevivir y que al final pensé no lograrlo cuando perdí el conocimiento el día que Hunter me sacó de allí para proponerme un trato. Trato, que acepté porque era eso o morir allí.

Era eso a esperar a que me asesinarán.

¿Por qué todos me quieren muerta?

Pase años huyendo hasta que me alcanzaron. Deje que me alcanzarán. Jugué con ellos. No debí hacerlo. Siempre me lo repito.

Reyes Perversos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora